El Tarot es un sistema simbólico que puede relacionarse con otras disciplinas y conocimientos: la Numerología, la Astrología, la Mitología y el I Ching. Para lo numerológico no hay discrepancias entre los distintos autores porque cada arcano tiene su número: salvo el Loco que a veces es 0 o 22, y la Fuerza y la Justicia que en el mazo de Rider han intercambiado posiciones, no hay grandes diferencias entre los teóricos. Gran parte del significado de los números se vuelca a los arcanos sin problemas.
Lo mismo sucede con la Astrología: aunque acá si hay diferencias. Mientras algunos ven que, por ejemplo, el Loco es Aries, otros ven a Urano; el Mago puede ser asociado tanto a Géminis, como a Mercurio como al Sol… Sin embargo, el vínculo entre las cartas y los planetas y el zodíaco, existe. La mitología es otro ámbito que enriquece la mirada del Tarot. Tanto es así, que existe un mazo exclusivamente dedicado los mitos: el Tarot Mitológico de Liz Green, que fusiona ambos conocimientos.
El I Ching es, en occidente, el menos conocido de los oráculos, y el menos practicado. Parcialmente, porque pertenece a otra cultura, a otra cosmovisión y es difícil conectarse con el tipo de consejos que da. Los occidentales no nos llevamos muy bien con esto del “cambio”; no nos gusta que las cosas se modifiquen, aunque quienes transitamos un camino para ver un poquito más allá de lo aparente, sabemos que en el fondo todo está en movimiento, y lo que es hoy puede cambiar mañana. El I Ching, que se traduce como el ‘Libro de las Mutaciones’, resume este concepto. Quienes lo consultan pueden encontrar en sus páginas (los hexagramas) algún consejo valioso para transitar su vida en forma más consciente.
El Tarot también nos cuenta la misma historia, a través del Arcano X: La Rueda de la Fortuna. Llamada también la Rueda del Destino o la Rueda del Tiempo, es la que nos dice que todo está en movimiento, que todo cambia de un momento a otro: hoy estamos en la cima, mañana declinamos, y más tarde volveremos a estar en la cima. Y esto no sucede en el contexto de una sola vida, sino que abarca muchas de ellas (muchas encarnaciones, si es que consideramos que venimos a la Tierra más de una vez) hasta que nos iluminamos. Una vez alcanzado el estado de lucidez o sabiduría, la rueda se detiene.
El autor alemán Hajo Banzhaf ha relacionado cada uno de los 64 hexagramas del I Ching con uno de los 78 arcanos del Tarot. Naturalmente, dado que la cantidad de cartas supera a la de los hexagramas, hay cartas que no se relacionan con ninguno (la mayoría de las Figuras de la Corte). El espíritu del I Ching nos conecta con el cambio permanente; y el Tarot no es ajeno a esto. Cada vez que se hace una lectura, las cartas nos cuentan con imágenes la cualidad del momento que estamos atravesamos: describen nuestra vida, nuestro presente. Y de manera análoga a como sucede en el I Ching, cada carta es siempre un proceso, un peldaño, nunca una meta.
Cuando consultamos el Tarot, las cartas que aparecen –incluso aquellas que apuntan al ‘futuro’, cercano o lejano– nos hablan de instancias que estamos atravesando pero que pronto cambiarán. En un sentido profundo, cada arcano es un escalón, y cada uno a su manera nos relata una historia y nos insta a no permanecer demasiado en dicho estado, o cuando menos, a tener la consciencia de que, tan pronto se halla colmado la experiencia que anuncia la carta, esta se modificará y dará paso a una nueva.
Este es el punto de encuentro entre el Tarot y el I Ching. No sólo porque cada arcano se relaciona con un hexagrama de forma clarísima, sino porque ambos comparten y se fundamentan el mismo espíritu del cambio, de lo impermanente. Para terminar, veamos la interpretación general que se le da la Rueda de la Fortuna en el Tarot y a su hexagrama correspondiente en el I Ching. Tomaré para ello, un texto del libro I Ching: el alma del oráculo del cambio de Gustavo Rocco que habla del hexagrama 50 Ting / El Caldero, a continuación de la descripción del décimo Arcano Mayor:
“La Rueda es un símbolo utilizado desde la Edad Media para simbolizar lo cambiante de la suerte de los hombres. Al principio aparecían tres reyes subidos a ella, uno trepando, uno sentado, reinando, y otro descendiendo del trono; luego los esoteristas franceses cambiaron esos personajes por tres figuras mitológicas greco-egipcias: Hermanubis, la creación; la Esfinge, la estabilidad y Tifón-Set, la destrucción. Waite mantiene estas figuras, aunque realizando cambios, y añade otras nuevas, de acuerdo a su inspiración judeocristiana. (En otros tarots –en el de Liz Green en particular–, aparecen las Moiras, las hilanderas del destino.) […] Las cuatro figuras que aparecen en los extremos son llamadas en su conjunto Tetramorfos, y fueron añadidas por Waite a la carta. Estas cuatro figuras aparecen en el Antiguo Testamento, en el libro de Ezequiel […]. El ángel, el león, el toro y el águila fueron interpretados como representaciones de los cuatro evangelistas –Mateo, Lucas, Marcos y Juan respectivamente– pero al ser figuras tan sugerentes y misteriosas, se asociaron a muchas otras cosas, como a los cuatro elementos (el león es Fuego, el Toro Tierra, el Ángel Aire y el Águila Agua) y a cuatro signos zodiacales (Leo, el León; Tauro, el Toro; Acuario, el Ángel, y Escorpio, el Águila). Y esta simbología elemental y zodiacal es la que nos da la clave: el Tetramorfos es la representación del mundo material, de sus misterios y sus variados aspectos, y de cómo la fortuna también consiste en conocer y comprender esa realidad material.”Y, lo más importante a mi entender, para considerar a la Rueda como un punto crucial en el camino del Héroe, son las cuatro consonantes hebreas del nombre de Dios YHVH, que aparecen inscritas en la rueda:
“Este conjunto de letras, llamado el Tetragrámaton, fue considerado por los magos y esoteristas como la palabra mágica más poderosa, pero aquí representa la providencia, que domina la fortuna y lo controla todo. Están combinadas con las letras TARO, es decir el Tarot, que también puede leerse ROTA, o Rueda, o la palabra TORA, o Ley, tal como aparece escrita en el pergamino de la Sacerdotisa. Estas letras expresan, con estos tres significados, que la fortuna también está influida por la sabiduría humana y la ley divina. Completan la Rueda los símbolos alquímicos de los cuatro elementos, que aparecen de nuevo. La Rueda flota en un cielo azul, que otra vez recuerda al inconsciente humano.”En la Rueda también aparece un atisbo de la Ley. Y si consideramos que la Sacerdotisa es el que arquetipo del tarotista, la Rueda de la Fortuna es el espíritu del Tarot mismo. El hexagrama del I Ching nos aporta una imagen elocuente a este respecto:
“Hexagrama 50. Ting (que se pronuncia ‘Ding’) aborda la cuestión de la alimentación a partir de su aspecto cultural y espiritual, tomando la idea de un caldero ritual en el cual se cuecen los alimentos para la ceremonia. En principio aparece el caldero dado vuelta, a fin de deshacerse de los restos de una comida anterior: debe ser limpiado para una nueva ceremonia. Un caldero reluciente y colmado de alimento genera la envidia de quienes no comerán de él. El desconocimiento sobre el correcto uso del caldero lleva a que no se lo aproveche en toda su dimensión. Incluso su mal uso hace que se deteriore. Sin embargo, cuando éste por fin cae en las manos adecuadas, es restaurado y devuelto al lugar ceremonial que le corresponde y con el contenido correcto, a fin de ser ofrendado a los dioses.”La Rueda de la Fortuna del Tarot, nos habla de un significado análogo: toda experiencia vivida debe ser colmada a fin de que se pueda vivir la siguiente. El Arcano X habla del apego y de sus consecuencias: el sufrimiento por no poder aceptar que las cosas cambian. Si entendemos que todo, incluso nosotros mismos, somos “pasajeros”.
La imagen del caldero dado vuelta es muy sugerente, y nos recuerda el eterno fluir de la Rueda. Como el caldero solo sirve para cocinar cuando está ‘al derecho’ (y limpio) uno podría estar tentado a pensar que sólo la cima de la rueda es la correcta o la positiva. Sin embargo, el “buen uso del caldero” remite a conocimiento de este concepto del tiempo, de los ritmos (de los que también habla la Astrología) para poder aprovecharlos.
Reflexionar sobre ambos significados, el de la carta y el del hexagrama, llevará a buen puerto para comprender tanto uno como otro oráculo. Y finalmente, explorar las claves para fluir con la cualidad del tiempo.