Astrología y Semana Santa: ¿qué tienen en común?


¿Por qué la Pascua se celebra en diferentes fechas cada año? ¿Por qué algunas veces cae a principio de abril y otras –como este año– en marzo? ¿Hay alguna forma de calcular este acontecimiento tan especial para la Iglesia Católica? ¿Y qué relación tiene con el simbolismo astrológico?

La semana Santa y el Domingo de Pascua tienen un simbolismo muy especial dentro de la religión católica; pero hoy no hablaremos de estrictamente de religión sino del significado profundo de este período. En principio, la pascua es un evento que se determina sobre cálculos astronómicos precisos: no es un capricho que cambie de día o de mes, según sea el año. Hay una fórmula que la Iglesia utiliza: la misma ha sufrido diferentes modificaciones a lo largo de la historia; tantas, como tantas veces se cambió el calendario y se hicieron ajustes en la medición de los ciclos.

Una de las técnicas más fáciles para determinar cuándo caerá la semana y el domingo de Pascua es la siguiente: tradicionalmente se calcula a partir de la luna llena inmediatamente posterior al equinoccio de otoño. Éste marca el inicio del otoño para el hemisferio sur –y coincide con el inicio del año astrológico con el signo de Aries, el carnero– y siempre ocurre entre el día 20 o 21 de marzo, con el ingreso del Sol a la mencionada constelación zodiacal.

Una vez establecida la lunación correspondiente, se observa cuál será el viernes posterior a dicha luna llena: ése será el Viernes Santo, y por ende, se determinan automáticamente tanto el “Domingo de Ramos” como el “Domingo de Pascua o de Resurrección”.

Recordemos que la palabra pascua significa paso: el misticismo judeo-cristiano lo significa como el paso de la muerte a la vida, del pecado a la redención por parte de un salvador; para la astrología, es el paso de Piscis (el sacrificio, el amor incondicional, lo inmanifestado, todos símbolos de Cristo) hacia Aries (el carnero que se entrega en sacrificio –aun Piscis- para luego renacer –la cualidad ariana con toda su fuerza– y dar comienzo a un nuevo ciclo.

La Semana Santa de este año tendrá una atmósfera mucho más "romántica" que de costumbre, ya que el equinoccio coincide exactamente con la luna llena; los paganos celebraban estos acontecimientos astronómicos con gran júbilo, y en este caso se le adjudicaría un gran poder a ese día, en el que la luz y la oscuridad tienen la misma fuerza (o, lo que es lo mismo, el día y la noche tendrán la misma duración).

Para comprobar que esta curiosa técnica realmente funciona, basta con tomar un almanaque viejo que hayamos guardado y chequear qué día fue la luna llena posterior al inicio del otoño, y observar qué día se celebró la pascua ese año.

Veamos por ejemplo el año 2007: la luna llena posterior al inicio del otoño fue recién el 2 de abril, por ello el Viernes Santo fue el día 6 y el Domingo de Pascuas fue el día 8 de abril. En el caso del año 2006, la luna llena siguiente al equinoccio se produjo el día 13 de abril, con lo que él Viernes Santo fue el día 14 y el Domingo de Pascua el día 16. En 2009, la semana santa comenzará el 9 de abril (Jueves Santo) y el Domingo de Pascua será el día 12.

Una segunda técnica, que utiliza el Vaticano, emplea ecuaciones bastante más complejas que las descritas aquí. Por razones de simpleza, no vamos a explicarlas, mas sólo mencionar su utilización. Pueden encontrar una explicación detallada de las fórmulas para calcularlas en Wikipedia.com, introduciendo las palabras de búsqueda "Cálculo de la fecha de Pascua".


Por cuestiones que poco claras, las fechas de las celebraciones religiosas no siempre coinciden con un evento astronómico (como el caso de esta), aunque sería mucho más lógico sincronizarlo con los ciclos celestes. Sin embargo, desde la reforma del calendario por parte del Papa Gregorio XIII –y antes por el emperador romano Julio César– se han producido toda clase de defasajes que modifican nuestra percepción de un tiempo real y natural, a la vez que buscan la comodidad de las personas y de los acontecimientos sociales. No siempre es por una “razón” justificada que se hacen estos cambios, sino más bien, por una arbitrariedad del jefe de estado de turno.

Por ejemplo, la pascua judía raras veces coincide con la católica; sin embargo, esto no es casualidad, sino que hay una razón detrás de ello; razón que buscaron ocultar quienes impusieron las fechas de las celebraciones y cuándo se debía hacerlo. A quienes estén interesados en profundizar sobre los por qué le recomendamos la página del link más arriba.

Pese a las extensas explicaciones que podríamos dar en relación a los cambios del calendario civil, lo que es importante destacar es que la elección del momento para celebrar un acontecimiento importante para muchas culturas sigue estando apoyado por los movimientos celestes, lo que indica que –aun sin saberlo- seguimos sincronizados de alguna manera con los ciclos mayores. La riqueza de esto, es saber, como lo decía un aforismo esotérico: “así como es arriba, es abajo”.