Los tránsitos desde una visión Transpersonal

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Para contruir esta visión, transcribo a continuación un párrafo del libro Danzando con el Cosmos: “Debe tenerse en cuenta que el sentido de la Astrología no es predecir acontecimientos, esto debe enfatizarse. La Astrología trabaja con significados. Por tanto, puede anticipar el significado de los tiempos con todo rigor; pero sólo muy pobremente los sucesos específicos.' En decir que, más que esforzarnos por pre-decir hechos (algo que nunca puede hacerse de manera concluyente o con certeza) debemos comprender la naturaleza de los acontecimientos que posiblemente viviremos."

Algo que debemos recordar –hasta el cansancio, diría yo– es que los seres humanos somos repetitivos: tropezaremos dos, tres, cinco y hasta cien veces con la misma piedra antes de intentar algo nuevo. ¿Por qué digo esto? La predicción en Astrología se basa en ésta tendencia del hombre de repetir un mismo patrón/actitud/hecho una y otra vez, sin conciencia. Entonces, ante un aspecto/posición planetaria cualquiera, ¿por qué sucede aquello que pre-decimos? Porque (como humanos) no hemos ideado formas diferentes de lidiar con “eso” que plantea el Cielo (digo “eso” por no decir energía, que es un término ambivalente). Por que, como humanidad, no hemos creado nuevos patrones, nuevos arquetipos para expresar la matriz zodiacal/estelar, diría Carutti.

Entonces, ¿cómo abordar de la mejor manera posible la predicción? Me parece que una forma inteligente sería la de sugerir a nuestro consultante las manifestaciones que puede tomar la carta y sus respectivos tránsitos en su vida, sin olvidarme de su biografía personal. No sirve especular infinitamente sobre las modalidades en que una persona puede expresar su Marte conjunción Plutón, o su Mercurio en Casa Ocho... por ejemplo; tenemos que tener a la persona enfrente, y determinar qué porción de su carta expresa realmente. Nunca vivimos toda la carta: “hacemos identidad” en un sector de ella, en unos planetas, en un puñado de aspectos, y el resto lo proyectamos.
Hay que reconocerlo: somos limitados, la creatividad no es lo común, pero podemos apostar a generar y crear nuevas formas de expresar lo natal (llegar a ser todo eso que la carta promete y que, con frecuencia, sólo se queda en un par de aspectos, planetas o casas) y también nuevas formas de resonar con lo externo (los tránsitos); finalmente, nuevos arquetipos de los aspectos planetarios.

¿Cómo? Imaginemos la carta como la totalidad de lo que somos: cada sector, cada planeta, una parte nuestra, una “habitación de la casa” que somos. Sucede que no habitamos TODAS LAS HABITACIONES (valga la redundancia): algunas las conocemos, otras están cerradas, ni las queremos ver. Los tránsitos sirven para ver qué parte de la carta (es decir, de la Conciencia) está “pidiendo ampliación”: una habitación más, para que entre otra parte de mí, que fue –en principio– negada, y expulsada de la casa.

Es complejo pero integrador, a mi parecer, concebir los tránsitos de esta manera.

Lo segundo a tener en cuenta es el símbolo y la tarea de la interpretación en sí. Todo objeto o concepto tiene siete planos de interpretación. ¡Siete! Lo que significa que, para cada hecho o cambio que vemos a través de los símbolos de la carta, no sólo puede haber muchas más posibilidades de una misma temática (es decir, en un plano de interpretación que podríamos llamar “horizontal”), sino también diferentes significados y planos de interpretación en un sentido “vertical”.
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¿Por qué? En principio habría que señalar que por definición el símbolo es inagotable en sus significados; reducirlos a un puñado de enunciados y creer que sólo es “eso” que decimos, implica perdernos de la riqueza que puede ofrecernos. Y aquí cabe todo símbolo astrológico: planetas, signos, casas, aspectos, ángulos, el intérprete/astrólogo ¡y hasta el consultante mismo! Todo es simbólico. Nuestra vida es simbólica. Así, cuando interpretamos, recortamos ese mar de posibilidades que es el símbolo y obtenemos un par de ellas, tantas como tengamos ganas de enunciar en una clase o durante una consulta. Pero, para una carta determinada, para un consultante específico, debemos conocer la forma en que el individuo plasmó las energías de la carta en su vida. De esa forma, es fácil predecir, porque sabremos en dónde radica la dificultad del individuo.
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Una de las funciones del símbolo es la de mover conductas psicológicas: así que, por ejemplo, si yo veo que se puede haber conflictos por el lado de Marte (peleas, discusiones, posibles accidentes, energía rebosante) haré lo que pueda para canalizar esa energía de la manera más constructiva que pueda. No para evitar lo malo que pueda pasarme, sino para intentar vivir el aspecto más suave o superior de eso que parece in-eludible y tan terrible (los tránsitos).
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Entonces, leemos símbolos, no hechos. Nada hay en una hoja de papel con un par de gráficos dibujados en ella, que pueda cambiar mi vida... a menos que yo lo quiera... O, dicho de otra manera, no hay nada en los planetas allá afuera, en el cielo, que me haga hacer cosas o me provoque nada, sino que eso que simboliza (porque así le hemos acordado previamente) ¡a mí me mueve conductas! Me insta a hacer algo. Y aquí no cabe el miedo. La Astrología debe servir para liberar, y no para dar miedo. No podemos observar unos cálculos (efemérides) y temer ante lo que un planeta “puede hacernos”. Sí, lógicamente, tenemos el argumento a favor de que la última vez de que Marte pasó por mi Casa Cinco, mi hija tuvo un accidente o algo por el estilo. Y a lo mejor, era un indicativo nada más. A lo mejor, sucedió. ¿Se podría haber prevenido el accidente? Probablemente sí. ¿Era seguro que mi hija se iba a accidentar? ¿Quién puede determinarlo a ciencia cierta...? Nadie. Pero lo que quiero decir es que la Astrología no puede generar temor, sino que está justamente para ayudarnos a dejar de tenerlo; de lo contrario, pierde su objetivo esencial.
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¿Y cómo podemos generar nuevas actitudes? Viendo otras formas de expresar Marte en nuestra vida cotidiana, por ejemplo: en lugar de discutir, ser asertivos: decir las cosas que pensamos, ser duros si es necesario, pero también ser gentiles, contemplar el opuesto (Venus/Libra). Y así, estamos inaugurando nuevas formas arquetípicas de Marte, por ejemplo. Los que vengan después de nosotros, ya tendrán habilitadas nuevas formas de expresión de esa cualidad.

Cuesta creerlo al principio, pero así es: formamos entre todos una Conciencia Colectiva, un entretejido en el que cada ser humano es una célula vida, con un pasado en común y funcionando en base a conductas establecidas. Es hora de recrearlas, en la medida de nuestras posibilidades, con nuestro esfuerzo diario.

Transcribo una parte más del libro: “Teniendo esto en cuenta, podemos darnos cuenta de la utilidad del seguimiento y el análisis de los tránsitos en la Carta Natal: se trata de una oportunidad continuamente renovada de observarnos a nosotros mismos en la danza de las diferentes cualidades o funciones que nos componen. Día a día se suceden las combinaciones que ponen de manifiesto los distintos aspectos de nuestra personalidad y, probablemente, de la relación entre nuestra personalidad y el alma.”

Por otro lado, a la hora de interpretar, a menudo olvidamos los diferentes niveles de significados que tiene cada símbolo. Recordemos, entonces, que los planetas simbolizan a la vez:

- una cualidad energética
- un arquetipo del inconsciente colectivo
- una función e imagen psíquica personal

- una zona del cuerpo

- acontecimientos (casas)
- objetos, animales, plantas, etc

¡Todo eso está presente en cada símbolo! ¡Miren si no hay tela para cortar! Cuántas cosas salen a la hora de interpretar y cuántas otras se quedan en el tintero.

¿Para qué sirve esto? Para establecer un orden en la interpretación: enunciar uno o dos elementos para cada plano de realidad, ya sea interno o externo. Muchas veces sucede que vamos desde una cualidad psicológica de la persona, al vínculo que tiene con el hermano –tratándose de Mercurio, por ejemplo– y luego hacia el tema de los viajes y de vuelta a su aspecto mental (o sea, una condición psicológica). Habría que mantener un orden sobre las posibles manifestaciones de un tránsito; así “tal planeta puede expresarse internamente como (cualidad interna)”. Habiendo explorado este nivel, recién pasar al siguiente. Y así. A veces lo hacemos, a veces no. Creo que tener un esquema claro ayuda a conectar ambos hemisferios y lograr una buena lectura.
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Así, los tránsitos vistos desde esta óptica dejan ver su mayores "bondades" y podemos sacar de ellos un buen provecho.

La sexualidad: ¿nuevos caminos?

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El siguiente es un artículo que apareció en el Nº 38 de mayo de la Revista "El Sendero del Medio", de la editorial rosarina. Tiene por tema la sexualidad en la nueva era, y ante la propuesta de escribir en base a ese disparador, surgió este pequeño escrito.

Puede ser leído, junto a otros artículos de diversos autores en el sitio de la Revista: http://www.elsenderodelmedio.com.ar/.

La Nueva Era parece traer muchas novedades en diversos campos y áreas de la vida. La sexualidad es uno de esos aspectos que se va transformado. Dentro de las relaciones amorosas y el vínculo de pareja, la sexualidad juega un papel preponderante. Ya que nuevas ideas están impregnando todos los campos de la ciencia, así la sexualidad tiene ahora un terreno más amplio donde echar raíces, sin prejuicios y sin condicionamientos. Hay realmente cambios y nuevas formas de sexualidad? ¿O es una “nueva” mirada la que enriquece una cualidad que ha acompañado al hombre desde el origen mismo de la humanidad?

Hablar de sexualidad en estos tiempos ya no es considerado un tabú, aunque ciertos temas todavía generan comicidad, asombro, y “tapada de bocas”, ocasionando hasta vergüenza. Uno de los avances más importantes, se debe a la invasión de literatura oriental: gracias a nuevos enfoques se está espiritualizando a la sexualidad, elevándola en su significando y en su práctica de tal manera, que es considerado por algunos como una vía de acceso a lo divino, como un camino de Iluminación. Esta es denominada la “Sexualidad Sagrada”, y está acompañada por un surtido de libros, maestros, prácticas, posiciones, consejos y recetas, para hacer del encuentro sexual una verdadera conexión interior con otro ser, más allá del cuerpo.

Pero al margen de todo esto, la sexualidad debe encontrar una vía de expresión más allá de los prejuicios, de los condicionamientos, y aun de su connotación sagrada oriental. En el siglo XXI hay una tendencia cada vez más grande de considerar a la sexualidad como una parte más de la vida, entendiéndola como la fuerza más grande que tiene el ser humano: la de crear vida. Recordar que nosotros provenimos de la unión de dos seres, de la integración de esos aspectos masculino y femenino, es un paso para ampliar nuestra idea de sexualidad.

Por otro lado, separar a la sexualidad de su aspecto reproductivo es algo que viene como consecuencia de lo anterior. Se está resaltando el papel que juega el placer y el deseo, y cómo al ser satisfecho, eso genera equilibrio en todos los aspectos de la persona: en su emocionalidad, en su cuerpo, y en su mente. Junto con esto, la medicina y las disciplinas de la salud están promoviendo la práctica de una sexualidad sana y consciente, lo cual implica que las personas se tienen que involucrar en el tema de las enfermedades, y de los peligros inherentes a este terreno. La responsabilidad no es sólo del médico, sino también del paciente, la de asesorarse sobre las mejores formas para proteger su salud, ya desde la juventud, desde antes de su ingreso a la adultez y a la vida sexual.

La sexualidad es uno de los constituyentes básicos de la personalidad. Hasta hace unas décadas atrás, no había diferencia entre la identidad sexual y la identidad de género: ambas se consideraban partes de lo mismo. Sin embargo, la psicología integral actual nos habla de que debemos entender ambos conceptos por separado, aunque funcionando íntimamente en la psiquis. La identidad sexual se define como aquella preferencia de un individuo por uno u otro sexo; un deseo sostenido en el tiempo hacia un sexo / género en especial; el género o identidad de género es determinado –no sólo por las características anatomofisiológicas de la persona, que determinan que alguien sea varón o hembra– sino por la identificación un rol en especial (es decir, si se percibe a sí mismo como un hombre, una mujer, o de otra manera menos convencional).

En resumen, la sexualidad debe ser considerada en toda su dimensión, como un aspecto innegable de la realización del ser humano. La sexualidad puede y debe ser aprendida. Los tabúes sociales o religiosos –aunque a veces han tenido su razón de ser en algunas culturas o periodos históricos, como en el caso del incesto– pueden condicionar considerablemente el desarrollo de una sexualidad sana desde el punto de vista psicológico. La sexualidad, en definitiva, no debe apartarse de dos principios fundamentales: el mutuo consentimiento entre las dos personas, y la superación de la autocensura, para que cada individuo se acepte a sí mismo, aunque ello exija a veces lograr el difícil equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos prejuicios y atavismos sociales.

Encontrar formas de expresión más acordes a nuestra naturaleza interna y a nuestros deseos, es la tarea que nos toca a todos en este nuevo milenio.

Astrología y Semana Santa: ¿qué tienen en común?


¿Por qué la Pascua se celebra en diferentes fechas cada año? ¿Por qué algunas veces cae a principio de abril y otras –como este año– en marzo? ¿Hay alguna forma de calcular este acontecimiento tan especial para la Iglesia Católica? ¿Y qué relación tiene con el simbolismo astrológico?

La semana Santa y el Domingo de Pascua tienen un simbolismo muy especial dentro de la religión católica; pero hoy no hablaremos de estrictamente de religión sino del significado profundo de este período. En principio, la pascua es un evento que se determina sobre cálculos astronómicos precisos: no es un capricho que cambie de día o de mes, según sea el año. Hay una fórmula que la Iglesia utiliza: la misma ha sufrido diferentes modificaciones a lo largo de la historia; tantas, como tantas veces se cambió el calendario y se hicieron ajustes en la medición de los ciclos.

Una de las técnicas más fáciles para determinar cuándo caerá la semana y el domingo de Pascua es la siguiente: tradicionalmente se calcula a partir de la luna llena inmediatamente posterior al equinoccio de otoño. Éste marca el inicio del otoño para el hemisferio sur –y coincide con el inicio del año astrológico con el signo de Aries, el carnero– y siempre ocurre entre el día 20 o 21 de marzo, con el ingreso del Sol a la mencionada constelación zodiacal.

Una vez establecida la lunación correspondiente, se observa cuál será el viernes posterior a dicha luna llena: ése será el Viernes Santo, y por ende, se determinan automáticamente tanto el “Domingo de Ramos” como el “Domingo de Pascua o de Resurrección”.

Recordemos que la palabra pascua significa paso: el misticismo judeo-cristiano lo significa como el paso de la muerte a la vida, del pecado a la redención por parte de un salvador; para la astrología, es el paso de Piscis (el sacrificio, el amor incondicional, lo inmanifestado, todos símbolos de Cristo) hacia Aries (el carnero que se entrega en sacrificio –aun Piscis- para luego renacer –la cualidad ariana con toda su fuerza– y dar comienzo a un nuevo ciclo.

La Semana Santa de este año tendrá una atmósfera mucho más "romántica" que de costumbre, ya que el equinoccio coincide exactamente con la luna llena; los paganos celebraban estos acontecimientos astronómicos con gran júbilo, y en este caso se le adjudicaría un gran poder a ese día, en el que la luz y la oscuridad tienen la misma fuerza (o, lo que es lo mismo, el día y la noche tendrán la misma duración).

Para comprobar que esta curiosa técnica realmente funciona, basta con tomar un almanaque viejo que hayamos guardado y chequear qué día fue la luna llena posterior al inicio del otoño, y observar qué día se celebró la pascua ese año.

Veamos por ejemplo el año 2007: la luna llena posterior al inicio del otoño fue recién el 2 de abril, por ello el Viernes Santo fue el día 6 y el Domingo de Pascuas fue el día 8 de abril. En el caso del año 2006, la luna llena siguiente al equinoccio se produjo el día 13 de abril, con lo que él Viernes Santo fue el día 14 y el Domingo de Pascua el día 16. En 2009, la semana santa comenzará el 9 de abril (Jueves Santo) y el Domingo de Pascua será el día 12.

Una segunda técnica, que utiliza el Vaticano, emplea ecuaciones bastante más complejas que las descritas aquí. Por razones de simpleza, no vamos a explicarlas, mas sólo mencionar su utilización. Pueden encontrar una explicación detallada de las fórmulas para calcularlas en Wikipedia.com, introduciendo las palabras de búsqueda "Cálculo de la fecha de Pascua".


Por cuestiones que poco claras, las fechas de las celebraciones religiosas no siempre coinciden con un evento astronómico (como el caso de esta), aunque sería mucho más lógico sincronizarlo con los ciclos celestes. Sin embargo, desde la reforma del calendario por parte del Papa Gregorio XIII –y antes por el emperador romano Julio César– se han producido toda clase de defasajes que modifican nuestra percepción de un tiempo real y natural, a la vez que buscan la comodidad de las personas y de los acontecimientos sociales. No siempre es por una “razón” justificada que se hacen estos cambios, sino más bien, por una arbitrariedad del jefe de estado de turno.

Por ejemplo, la pascua judía raras veces coincide con la católica; sin embargo, esto no es casualidad, sino que hay una razón detrás de ello; razón que buscaron ocultar quienes impusieron las fechas de las celebraciones y cuándo se debía hacerlo. A quienes estén interesados en profundizar sobre los por qué le recomendamos la página del link más arriba.

Pese a las extensas explicaciones que podríamos dar en relación a los cambios del calendario civil, lo que es importante destacar es que la elección del momento para celebrar un acontecimiento importante para muchas culturas sigue estando apoyado por los movimientos celestes, lo que indica que –aun sin saberlo- seguimos sincronizados de alguna manera con los ciclos mayores. La riqueza de esto, es saber, como lo decía un aforismo esotérico: “así como es arriba, es abajo”.

Virtudes y defectos de los cuatro elementos

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En esta oportunidad, nos acercaremos hacia la teoría de los cuatro elementos en la astrología. Éstos son: Fuego, Tierra, Aire y Agua. Son los factores que permiten ver las diferentes características de las personas, en un nivel general y básico. Sabiendo la preponderancia de elementos que contiene una carta natal, sabremos las cualidades que más resaltan en un individuo.

Como primer acercamiento, podemos sugerir que cada elemento está relacionado con una facultad de la personalidad: el elemento Tierra a la Sensación; el Agua está relacionada con la Sentimiento; el Aire con el Pensamiento y finalmente, el Fuego –que estudiaremos a continuación– con la Intuición. Veamos algunas características de este último elemento.

El Fuego: él da calor o quema, es movedizo, inquieto, restalla, arde y se consume, causa placer como también molestia según su forma; da placer en el corazón y molestia en el estómago. Las virtudes: hace a las personas alegres, vigorosas, confiadas en sí mismas, optimistas, amigas de la buena vida, de los deportes del ejercicio y de las aventuras. Las personas “fogosas” están siempre dispuestos a aceptar lo nuevo y no son temerosos al enfrentar los peligros y experiencias de su vida. No conceden mucho tiempo a los dolores o sufrimientos propios ni ajenos; tampoco se detienen a disfrutar de sus logros, ya que cuando logran concretar su objetivo inmediatamente fijan otro. Lo peor que le puede ocurrir a una persona de fuego es verse derrumbar sus ideales. Los defectos: demasiado fuego es peligroso y destructivo; provocan un exceso de pasión, reacciones inesperadas, personas exuberantes, inclinadas por los excesos. Se manifiestan con orgullo, arrogancia y falta de simpatía hacia los débiles. Pero la falta de fuego tiende hacia la falta de entusiasmo; la persona se vuelve muy materialista, seria, depresiva y pesimista.

El fuego se lleva bien con el aire por que lo aviva y lo hace revivir, pero se lleva mal con la tierra por que lo “asfixia”. En este sentido, decimos que el Aire es complementario del Fuego, mientras que la Tierra es su antagónico. Contrario a lo que se pensaría, con el Agua comparten una cierta complementariedad al nivel de lo subjetivo, ya que la Tierra y el Aire, son objetivos. Los signos de Fuego Aries, Leo y Sagitario. Veamos ahora el caso del elemento Tierra.

En la carta se analizan la posición de los planetas en función de los signos y –por ende– los elementos que ocupan: la mayor cantidad de planetas en un elemento dará como resultado una persona con cualidades más pronunciadas de dicho elemento: más intuitiva, más racional, más sensible o bien más entusiasta... las combinaciones y proporciones no son matemáticas. Más bien expresan tendencias y posibilidades.

La
Tierra: se trata de dar sostén y seguridad, es seca, inmóvil y funcional, no es llamativo como lo es el fuego y el agua. Las virtudes: en las personas de Tierra, resalta su solidez y su seguridad respecto a lo práctico. Es gente hábil, trabajadora, sencilla y con sentido común; son muy cuidadosas, cautelosas, frías, calculadoras, indecisas frente a personas más ágiles y decididas, como son las de fuego y aire. La tierra es el cerebro aplicado a los fines materiales y esta bien representada por el constructor como también el artesano. Los defectos: son obsesivos por el orden y la rutina, tienen falta de idealismo y valores espirituales de la vida. El hombre no cree más que en los hechos en la realidad concreta, “en lo que pueden ver” tienen una vida utilitaria y vulgar. La falta de tierra le produce incapacidad para lograr sus meta y hace a la persona poco practica e irresponsable quienes dejan a medias las cosas.

La Tierra combina bien con el Agua por que la refresca: son complementarios y elementos femeninos; en cambio, como ya dijimos, con el fuego existe un antagonismo, porque la quema y con el Aire se complementan desde el aspecto objetivo y mental. Los signos de tierra son Tauro, Virgo y Capricornio.

El elemento que sigue es el Aire.

Aire: es el elemento vital de todo ser vivo ya que gracias a él podemos respirar y además es el medio por donde se trasmite el sonido; sin él no podríamos hablar. Las personas “aéreas” son individuos sutiles, adaptables y variables. Le dan mucha importancia a todo tipo de comunicación, su tendencia es estudiar y razonar, son muy inteligentes, trabajadoras a pleno por sus proyectos, les agrada concretar todos sus ideales y convivir entre la gente. Sus virtudes son su idealismo y su deseo de conocer la verdad. Tratan de no influir en los demás, necesitan saber más que sentir o actuar y poseen una gran capacidad para trazar planes a futuro. Uno de sus defectos es que son de profundas emociones pero se empeñan en expresarlas en palabras y en racionalizar. La falta de aire indica poca expresión y dificultad para expresarse con los demás. Son personas ahiladas e introvertidas.

El aire combina con el fuego –como dijimos– por que lo aviva, pero con el agua no por que ambos le impiden su libertad. Los signos de aire son Géminis, Libra y Acuario.

Por ultimo llegamos al elemento Agua.

Agua: sirve para refrescar, reflejar, lavar y ayudar al crecimiento. Cuando está contenida se haya tranquila, aunque su tranquilidad es aparente: como ocurre en el mar o en el río, superficie puede estar calma pero en la profundidad hay movimientos ocultos por las corrientes submarinas. Las virtudes de las personas “agua”: son individuos sensibles, intuitivos, inspiradores; se expresan a través del arte, la música, el baile, como el desarrollo de las facultades psíquicas ayudando a los demás. Son reservados, protectores y prudentes. Sienten aversión por las personas ruidosas y demandantes. Entre sus defectos encontramos que el exceso de agua produce timidez, la sospecha, el temor y la desconfianza por los demás y por ellos mismos. Son muy influenciables, susceptibles e inestables y muchas veces tienden a ocultar sus sentimientos y encerrarse en sí mismos.

El Agua se complementa con la Tierra por que es absorbida y contenida, ayudándola a su crecimiento; y con el Fuego comparten el carácter de subjetividad. Su antagonismo es con el Aire, que busca objetivar la mirada de los hechos en lugar de sentir. Los signos de agua son Cáncer, Escorpio y Piscis.

Rescatando los conceptos que vimos al principio, en los que se asocia cada elemento con una cualidad de la personalidad, podemos entender por qué hemos dejado de lado la clásica agrupación de antagónicos en los que el Fuego es contrario al Agua (porque ésta lo apaga) y donde la Tierra es antagónica al Aire.

Esta clasificación es relativamente novedosa en la consideración de los elementos en la astrología, y procede del psicólogo suizo Carl Jung, que propuso esta visión en los primeros años de la década del ’30. Así queda enriquecida la mirada tradicional de los elementos y puede ser asociada a las capacidades más destacadas en la personalidad de un individuo. En la carta, un análisis del balance de elementos nos indica con cuál de ellos se identifica la persona y a través de la cual suele interpretar la realidad.

Astrología china y astrología occidental: interrelación de ambos sistemas

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Además de la astrología clásica que conocemos, basada en el movimiento de las estrellas y de los planetas de nuestro sistema solar, hay otros calendarios y horóscopos que se han desarrollado a lo largo de la historia. Uno de ellos, el horóscopo o zoodiaco chino, consta de doce signos al igual que horóscopo occidental. Éste, más que otros, refuerza la idea básica del concepto de “zoodiaco” (que significa etimológicamente “rueda de animales”) ya que cada signo es literalmente un animal.

Sus aplicaciones son similares a las del horóscopo occidental que conocemos, variando sólo en sus descripciones y en su aspecto “exotérico”. Está basado en una lógica interna –esotérica, podríamos decir–, que una vez comprendida, le da sustento a todo el sistema.

Pero, ¿se relaciona este horóscopo oriental, basado en animales como el búfalo, el conejo y la serpiente (y muchos más) con el que nosotros conocemos (Aires, Tauro, etc.)? ¿Cuáles son los puntos de encuentro entre ambos zoodiacos? ¿Cuál es la lógica que los relaciona? Veamos más de cerca cada uno de ellos.

Hay muchas leyendas acerca del origen del Horóscopo Chino, pero entre las más extendidas está aquella que dice que Buda, antes de desencarnar, convocó a todos los animales de la tierra para reunirse con él. Fue una carrera en la que no sólo contaban la velocidad sino también la perspicacia e inteligencia. La Rata llegó primera, porque astutamente se subió al lomo del Búfalo, y el Cerdo haragán llegó último. El orden de los animales entonces, estuvo dado por su rapidez y astucia en la carrera. Buda los honró dándoles a cada uno un año para gobernar. Son éstos los que conocemos hoy como los 12 animales.

Mientras que los signos occidentales tienen su origen en la posición del Sol cada mes (pueden encontrar una explicación ampliada en el artículo “¿De dónde vienen los signos?”, en el Historial del Blog), los animales del horóscopo chino lo tienen en una selección de los animales que han acompañado siempre al hombre. Los signos del zodiaco chino son: Shu (Rata), Niu (Búfalo), Hu (Tigre), Mao (Conejo), Long (Dragón), She (Serpiente), Ma (Caballo), Xang (Cabra), Hou (Mono), Ji (Gallo), Gou (Perro) y Zhu (Cerdo). No es sorpresiva tal selección exclusiva de animales, ya que los signos del zodíaco occidental se basan también en descripciones similares: Aries como un carnero, Tauro como un toro, Cáncer como un cangrejo... Este es uno de los puntos de encuentro más importantes entre ambos sistemas.

Sin embargo, una de las grandes diferencias es que en los países asiáticos, el Horóscopo se basa en la Luna en lugar del Sol que elegimos los occidentales. Por lo tanto sus años son lunares. Cada uno de ellos comprende 12 lunas nuevas y una treceava cada docena de años, por lo cual un nuevo año jamás coincide con la misma fecha (el año nuevo chino comienza entre enero y febrero de nuestro calendario). El ciclo zodiacal es de doce años y no de doce meses. Y los signos se continúan siempre en el mismo orden, siendo representados por animales, que ejercen una influencia en la vida, el destino y el carácter de los seres humanos. La rata prepara la trampa; el gallo escarba con el pico y con las patas para encontrar su comida; la cabra bala cuando le falta la hierba; el gato (o conejo, como también se lo conoce) siempre cae sobre sus patas y se incorpora rápidamente; etc.

Como todo horóscopo, en principio tuvo la función de guiar a la población y al gobernante para tomar decisiones correctas, prediciendo los ciclos naturales: los movimientos de la Luna y el Sol, el cambio de las estaciones –saber tan necesario para sacar buen provecho de las cosechas–. Fue más tarde, cuando los calendarios se perfeccionaron, y se estableció la longitud exacta del año solar y sus variaciones (el año bisiesto, el desplazamiento de los solsticios y equinoccios, por ejemplo), que la astrología, es decir el saber relativo a los cuerpos celestes y su conexión con la vida de la tierra, pudo ser aplicada a nivel individual. Esto alcanzó su mayor auge en las predicciones, ya no de ciclos sociales o colectivos únicamente, sino también, aplicadas al destino individual o familiar.

Y como todo saber “mágico”, pasó por períodos de gran aceptación y otros de persecución. Pero acabó por ser aceptado entre la población como un método de autoconocimiento y ordenamiento de la vida.

Es el año de nacimiento y no la fecha completa la que otorga la personalidad al individuo. Además de estar representado por un animal, se le anexa uno de los cinco elementos de la teoría china que vendría a ser como la energía primordial a través de la cual uno se expresa: el fuego, el agua, la tierra, el metal y la madera. Existen diversas interrelaciones entre dichos elementos, como un ciclo de construcción o alimentación y un ciclo de destrucción o degradación de cada uno; aplicado a los vínculos humanos, nos da un primer acercamiento de cómo podrían ser las relaciones entre los signos.

Tomemos el ejemplo de una persona Rata, cuyo elemento es el fuego. Al relacionarse con otra persona de su mismo signo, podría preveerse que la relación sería fructífera –iguales signos se “llevan bien”-, pero habría que observar los elementos regentes de cada uno: por ejemplo, una Rata de Fuego, será más pasional, confiada y expresiva que una Rata de Agua, que será más emotiva y sensible. Esta es sólo una de muchas explicaciones prácticas que se pueden dar sobre el uso de este horóscopo.

En Argentina, el conocimiento del horóscopo chino es reciente. Ha sido fuertemente difundido por la conocida Ludovica Squirru durante las últimas décadas del siglo XX, que es –a nuestro juicio– la representante más importante del sistema en América Latina. Recomendamos su página personal para ampliar los conocimientos sobre el tema.

Pese a que sus descripciones pueden diferir, tanto el horóscopo occidental como el chino, están basados en el mismo conocimiento milenario y fundados sobre el mismo espíritu: promulgar la evolución del hombre y guiarlo en su camino por el planeta hacia una mejor sociedad, más justa, más amorosa, más compasiva, comprendiendo que lo diferente, no necesariamente es malo.

Horoscopo Chino

Realizado por Diego G. Mercado

Los frutos de un trabajo y un nuevo ciclo

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Luego de un largo tiempo de trabajo con las encuestas que estuvieron mandando durante los últimos meses del 2007, y principios del 2008 –que suman más de doscientas-, hemos realizado un informe con los resultados arrojados. Veamos algunos detalles.

La primera pregunta fue ¿Qué es lo primero que Ud. piensa cuando se le nombra la palabra “astrología”? articulada para detectar los mitos y creencias generales. Las respuestas más comunes estaban relacionadas con las siguientes observaciones:

· La gente suele definir a la astrología como “el estudio de los astros y sus movimientos”, “el estudio del universo en general”, y por excelencia suele asociarlo a los signos del zodíaco, las estrellas, los planetas y los horóscopos.
· Muchos mencionaron a la “influencia de los astros”, de “energías”, la regla de oro que se repite mucho es “predecir el futuro”, “predicciones” y solo unos pocos lo asociaron a la “videncia”.
· También expresaron que la astrología indica “cómo es una persona a través de la carta astral”.
· Solo unos pocos (diez casos cuando más) mencionaron un fin profundo para la disciplina: “entender por qué estamos aquí y nuestro fin en la tierra”, y sólo ocho personas le dieron el carácter de “ciencia exacta”.

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Algo para rescatar es que, aproximadamente un 10% de los encuestados manifestaron cierta desconfianza al acercarse al conocimiento astrológico, porque consideraban dudosas sus raíces, la forma en la que estaba fundamentada. Y a la vez muchos lograron derribar muchos supuestos y considerar la disciplina desde un punto de vista más serio.

Este es un punto que vale la pena considerar, porque se puede corregir esta reticencia de la gente detectando los imaginarios sociales y mitos, y contrarrestándolos con una explicación concienzuda y cabal sobre qué trata la disciplina y sobre qué se fundamenta su accionar. Esto contribuirá a ganar un mayor prestigio, aun entre la comunidad científica, que suele criticar a los astrólogos por desconocer, justamente, desde qué lugar de la realidad opera la astrología. Una vez comprendido esto, se puede elegir si tomarla como herramienta o no, de la misma manera como uno elige determinada creencia que más le convenga, una vez analizada o comprendida.

La segunda pregunta era de opciones múltiples, con una total de doce respuestas posibles, en la que se debía seleccionar todas aquellas con las que un se sintiera identificado.

Basándose en lo anterior, ¿para qué cree Ud. que sirve la astrología?. Seleccione todas las que crea adecuadas “pintando” la oración en negrita.
· como herramienta de autoconocimiento
· cómo método de predicción
· para adivinar el futuro y la suerte
· para ser más feliz
· para llevarse mejor con uno mismo y con los demás
· para detectar enfermedades potenciales y mejorar la salud
· para ayudar a encontrar la vocación
· como herramienta terapéutica y complemento de la psicoterapia
· fechas de acontecimientos
· para encontrar tu pareja ideal
· para mejorar la relación de pareja
· para progresar en los negocios y las finanzas

Los resultados están expresados en el cuadro de la página siguiente. Los porcentajes más altos fueron aquellos que respondieron que la astrología es útil como una herramienta de autoconocimiento (71%), y como método de predicción (60%); los porcentajes que le siguen son que sirve para llevarse mejor con uno mismo y con los demás (48%), que puede ser usado como complemento de la psicoterapia (31%), y tres opciones obtuvieron el mismo porcentaje: aquellas relacionadas con la vocación, la pareja y las finanzas (28%).
Encontrar estas cifras es grato, porque la astrología es en principio entendida como un método de autoconocimiento antes que como un método de predicción, aunque –como lo confirman las respuestas a las demás preguntas– la tendencia predictiva sigue vigente en más de la mitad de los casos.

En interesante observar que sólo un poquísimo porcentaje opinó que la astrología servía para ser más feliz (10%), y tanto la búsqueda de la pareja ideal como la salud quedaron con porcentajes bajos también (15 y 17% respectivamente).

como herramienta de autoconocimiento 71%
cómo método de predicción 60%
para adivinar el futuro y la suerte 24,20%
para ser más feliz 10%
para llevarse mejor con uno mismo y con los demás 48,50%
para detectar enfermedades potenciales y mejorar la salud 17,10%
para ayudar a encontrar la vocación 28,50%
como herramienta terapéutica y complemento de la psicoterapia 31,40%
fechas de acontecimientos 27,10%
para encontrar tu pareja ideal 15,70%
para mejorar la relación de pareja 28,50%
para progresar en los negocios y las finanzas 28,50%

El tercer interrogante complementa al anterior, en caso de que la persona la asocie con algo más que no estuviera incluido en las opciones. La pregunta fue “Al margen de las opciones mencionadas, ¿qué otra información le puede ofrecer la astrología?”, y las respuestas obtenidas, las siguientes:

· Predecir acontecimientos, explicar los que ya pasaron; entender el pasado, conocer el “patrón” general de la personalidad, conocer los límites propios.
· Proveer información de los diferentes cambios que se producen en el universo, de cómo ciertos fenómenos pueden afectar a la tierra y al hombre.
· La posibilidad de auto-conocerse mediante la identificación con el propio signo, teniendo una explicación más detallada de cómo somos.
· A comprender a los demás y ver las cosas desde otra perspectiva, pudiendo lograr mejores relaciones interpersonales.
· Indicar los períodos favorables y desfavorables para el aspecto afectivo, la salud, el ámbito económico, etc.
· La carta es como el libro de lo que uno desea interiormente, los anhelos y miedos.
· Poder tomar decisiones en base a lo que conocemos, ya sea modificando el carácter u obteniendo más herramientas para transitar la vida en este mundo.

Hay aquí una cierta tendencia a querer saber el futuro para evitar los acontecimientos negativos, estar mejor orientados en los negocios para evitar pérdidas, saber las fechas de acontecimientos posibles para estar preparados ante lo desconocido... Pero también, varias personas opinaron que la astrología les ayudaría a comprenderse a sí mismos, a modificar aquello que no les gustara y entender los acontecimientos del pasado para estar mejor preparado para el futuro.

Pareciera ser que uno necesita estar preparado para lo que pueda venir, lo cual es hasta cierto punto entendible. Lo que sucede es que muchas veces nos perdemos el presente por estar revisando el pasado o proyectando el futuro y buscando minimizar los errores posibles o las sorpresas desagradables.

La cuarta y última pregunta, era la siguiente: "¿Cómo ve a la astrología en estos tiempos? ¿Cree que sobrevivirá a la dura crítica de la ciencia?", interrogante que arrojó una respuesta casi unánime de que la astrología es un estudio antiquísimo, milenario, y que pese a las críticas de la ciencia, sobrevivirá al paso del tiempo. “Siempre estuvo allí, y seguirá existiendo mientras que la gente crea en ella...” coincidieron muchos, y señalaron finalmente que dependerá de los profesionales hacer buen uso de ella.

A grandes rasgos, lo que podemos extraer como conclusión es que la gente concibe a la astrología como una disciplina básicamente adivinatoria y que define los rasgos caracterológicos de las personas. Son éstos, los dos aspectos destacados. Sin embargo, también subyace otro significado que es el de “conocerse a sí mismo”, a través de los signos y del zodíaco.

La situación, así bosquejada, no resulta tan desalentadora como se suponía. ¡Vamos por buen camino!

Desde ya, agradecemos nuevamente a todos los que participaron de este proyecto. Es muy grato poder expresar los frutos de un trabajo que nos llevó varios meses concebir y ver que la gente se enganchó tanto, a pesar de ser una disciplina tan bastardeada y criticada.

Quizás en un futuro, sea tomada más en serio por la comunidad científica, e incluso, incorporando los aportes necesarios, y con ello, enriqueciéndose aun más. Mientras tanto, cada ciencia sigue su camino por separado.