En pocos días más dará comienzo la nueva temporada de Verano. ¿Pero qué tiene esto que ver con el conocimiento de la astrología? Al igual que las otras estaciones, la del verano tiene su origen en la astronomía y la geografía, específicamente en la combinación entre el movimiento de traslación con la esfericidad de la Tierra. Veamos algunos datos para entender mejor este fenómeno.
En principio, el cambio de estaciones tiene mucho que ver con hechos estrictamente astronómicos. Como lo vimos en la explicación de los signos, el Sol describe una línea ligeramente inclinada sobre el horizonte llamada eclíptica que intercepta (es decir, “corta”) al horizonte en dos puntos exactos: los días 21 de marzo y 21 de septiembre –aproximadamente– dando origen a los equinoccios. Estos dan comienzo al otoño y a la primavera respectivamente, y durante esos días el día y la noche tienen la misma duración en todo el mundo: doce horas. Simbólicamente, la Luz y la Oscuridad están en balance.
Los solsticios son los dos puntos de la órbita aparente del Sol en los cuales éste alcanza la máxima distancia angular norte y sur (aproximadamente 23,5) con respecto al ecuador celeste (una prolongación imaginaria del ecuador terrestre sobre la esfera celeste, el fondo de estrellas que vemos al observar el cielo). Teniendo en cuenta que estamos en el hemisferio sur (residiendo en Buenos Aires, Argentina), el solsticio de verano se produce cuando el Sol alcanza la máxima distancia del polo norte o máxima declinación sur (-23º 27') con respecto al ecuador celeste, y como consecuencia está más cerca de la Tierra; a nivel de coordenadas esto se ve a nivel del paralelo de 23° o Trópico de Capricornio (observar figura), que en nuestro país pasa por las provincias más al norte. La declinación del Sol se mantiene durante varios días casi sin moverse; de ahí el nombre de Solsticio que viene del latín “sol staticus”, que significa “sol quieto”.
En el Trópico de Capricornio, por lo tanto, los rayos solares caen verticalmente sobre el suelo un día al año, en el solsticio de verano en el hemisferio sur (correspondiente al de invierno del hemisferio norte). Se le denomina «de Capricornio» porque en la antigüedad, cuando se producía el solsticio de invierno en el hemisferio norte, el Sol estaba en la constelación de Capricornio. Este año el Sol entra en Capricornio el día 22 de diciembre a las 3.08 am; siendo ese el día más largo con la noche más corta.
Este fenómeno está causado por la inclinación del eje terrestre con respecto al plano de la eclíptica –ya explicado anteriormente–; y por el mismo motivo, en algunos lugares, como el Polo Norte, experimentan el comienzo de una noche de “seis meses”, que dura hasta el siguiente solsticio.
Las celebraciones del Solsticio de Verano están repletas de símbolos y otras alusiones de carácter solar: antiguamente, se encendían hogueras (con el doble propósito de proteger y purificar, y ayudar al Dios Sol a mantener vivo su poder) y las ruedas solares, que se encienden y se echan a rodar por una colina hasta que alcanzan el río. Se trata de una festividad que celebra el placer y la alegría de la vida y la abundancia de la naturaleza. Estos son ritos de carácter pagano, cuyas festividades estaban íntimamente relacionadas con los ciclos y el culto a la Madre Tierra.
En nuestros días, parte de este simbolismo sagrado se perdió, pero la llegada del Verano no deja se ser un momento vital, que se vive con gran alegría, y particularmente en nuestro país, ya que se acerca pronto el fin del año civil, y llegan las fiestas, donde uno aprovecha para hacer un balance del año vivido y proyectar el año venidero. Las personas que cumplen años durante el verano (aquellos de Capricornio, Acuario y Piscis, y los primeros días de Aries) son más afortunadas, pues “su” año está a tono con un momento de mucha energía y de expansión de las actividades.Para terminar, cualquier evento mayor como los solsticios o equinoccios deben ser celebrados, o cuando menos recordados en su sentido profundo, para no olvidar que vivimos a tono con grandes ciclos –lo percibamos o no– que nos afectan y nos incluyen. Debemos aprovechar su conocimiento para fluir más fácilmente con la naturaleza.