La comprensión energética del zodíaco

Basado en un texto de Eli Serebrenik

Ya hemos visto los doce signos, indagando en sus características básicas y su comportamiento en los diferentes órdenes de la vida, como la profesión, el amor, la paternidad, etc. Pero el zodíaco tiene un abordaje completamente diferente desde la astrología esotérica: esta es una rama de la disciplina que estudia el significado energético de cada signo y ve el zodíaco como una «totalidad circular» —un mandala— en el que cada signo representa un peldaño en la escalera evolutiva. Veamos más de cerca este concepto para entender un poco más la lógica interna de la carta natal.

Podemos tomar conciencia de la estructura circular de la astrología observando la secuencia y el orden lógico de los signos. Cada Signo “es” a partir del que está “detrás” y genera el siguiente. Esta secuencia puede verse en cada una de las situaciones vitales, comenzando con Aries como la explosión de fuerzas, y concluyendo con Piscis, en la fusión en el Todo. Para recomenzar el ciclo en un nuevo nivel de complejidad.


Aries se corresponde con el momento de “arranque”, el Big-Bang, energía pura y ciega que pulsa por “Ir”, es unidireccional, va hacia un objetivo primordial. En el plano psicológico es deseo, instinto, agresividad, impulso de vida. Esta explosión es energía solamente, sin que medie la conciencia —de ahí a que se asocie a los nativos de Aries como impulsivos, temerarios, etc—; es la expansión que contiene la semilla para la creación de todos los arquetipos restantes.

En algún momento de su recorrido la energía de fuego y luz comienza a lentificarse y enfriarse, se solidifica y se torna materia. Es Tauro: materia sólida, gravedad, la tierra. En el plano humano son los sentidos, la percepción de lo orgánico, la retención. Tauro representa el momento del zodíaco en que la conciencia se identifica con la forma, con el cuerpo, el “yo corporal”, se enraiza para vivir una experiencia terrena. Luego, la masa, materia, comienza a experimentar, prueba diferentes modos de contacto con las infinitas variables a su disposición, luz, humedad, bacterias, todo es juego, abierto y móvil...

Y llegamos al momento Géminis. Psicológicamente es velocidad, multiplicidad de objetivos, inquietud mental. Es el peldaño donde la conciencia se identifica con la mente, el “yo mental”, las ideas, y también las múltiples opciones, relaciones y asociaciones. La energía se experimenta como partículas volátiles que puede integrarse en un cuerpo y desintegrarse. El objetivo: experimentar todas las combinaciones posibles. Hasta que naturalmente surge la necesidad de cerrar el juego y construir algo concreto.

Eso es Cáncer, el nido, el lugar donde se excluyen las variables y se gesta algo separado de “lo otro”. La energía se nutre en su misma sustancia, protege, se cierra sobre sí, como un huevo. Por eso Cáncer es el arquetipo de La Gran Madre, del útero cósmico, porque es una «interioridad nutricia que contiene a otro ser dentro de sí, lo aísla, y le permite desarrollarse». Luego de un tiempo nace algo diferente a “lo demás”, algo con identidad y pertenencia. Esta fase es consciente, y ya la protección de Cáncer no es más necesaria.

Nace Leo, que es la identidad separada, radiante, plena de brillo. Lo que lo rodea lo confirma. Es un núcleo de generación energética que mientras irradia y atrae se alimenta. En lo humano es egocentrismo, centro, nobleza, generosidad. Este estadio de transición de Cáncer a Leo es en el cual se encuentra actualmente la humanidad como conjunto: emergiendo de las tribus y la pertenencia (Cáncer) para poder expresar una singularidad (Leo).
El nivel energético sigue su proceso cíclico, y ese estadio pasa a una fase de soledad e introspección. Surge un mensaje que dice “No soy el centro, hay algo más, desconozco lo que es... pertenezco a un sistema, se dice a sí misma la conciencia.

Virgo hace su aparición en la experiencia de la energía que adquiere cada vez mayor complejidad. Se repliega sobre sí, busca un orden interior y siente que es muy difícil encontrarlo, pese a que intuye que existe. En el plano psíquico es discernimiento, análisis, pensamiento, obsesión. Virgo es la conciencia de un orden que todo lo regula, que organiza los elementos de un sistema de forma práctica y le da a cada uno de ellos su función, su misión; la energía centrípeta de Leo se descentraliza ahora y se reconoce como parte de un grupo más vasto que él mismo: eso es Virgo, e implica cierta olvido de sí mismo en pos de las necesidad de alguien más (institución, grupo humano).

Cuando Virgo completa su movimiento, encuentra a Libra. En ese ámbito la mirada se torna objetiva y aparece la dualidad “yo-el otro”. El equilibrio de los opuestos. Adquiere identidad al reconocer el complemento. Libra simboliza la danza de los opuestos que se complementan: las individualidades que se reconocieron parte de un sistema, ahora buscan “asociarse”, y reconocen que “el otro es quien me completa”, y que sin el otro que juegue de espejo, la vida no puede funcionar.

En el nivel humano es armonía, belleza, indecisión, objetividad. El movimiento siguiente lleva hacia el encuentro con lo excluido, “lo otro” en el momento Cáncer. Lo que fue descartado (necesariamente) para construir algo, hace su aparición poniendo en peligro la estabilidad del resto.

Es Escorpio. Esta energía necesita ser integrada al resto del sistema para que éste siga su curso. Esto genera conflicto, desgarramiento, tensión. Es el encuentro con lo negado, la muerte, la intensidad sexual, el poder de la vida y la muerte; también la energía estancada en un ‘pantano’ que necesita ser “limpiada”. En lo humano es intensidad, profundidad, sexualidad, desconfianza, emociones intensas, control.

Escorpio tiene la tarea de sanar, y para ello, no hay mejor sanador que aquel que ha probado los más potentes venenos; se ocupa de lo ‘echado a perder’ en este ciclo. Pero aunque su tarea sea algo impopular es la que prepara el campo para la verdadera confianza en la vida...

Una vez integrada la relación intrínseca entre la vida y la muerte ocurre una digestión sintetizadora de lo sombrío, posibilitando la búsqueda de un sentido de la vida, entonces se genera Sagitario. El proceso adquiere luminosidad y confianza. Hay una dirección clara y esperanzada. La vida se torna abundante y nutricia por llevar integradas en la conciencia, lo aceptado y lo negado. En el plano humano es: confianza, optimismo, idealismo, síntesis. Es el río de la vida que fluye, ahora, sin obstáculos.

En esa meta esperanzada se gesta la imperiosa necesidad de un logro, la máxima forma posible, completa y esencial de la experiencia de la vida, llegando así a Capricornio. La energía llega a su punto máximo de cristalización antes de regresar al Todo.

Es lindo darnos cuenta antes de proseguir que todo comenzó desde una explosión inicial con Aries... pero nada se creó: todo estaba contenido desde el principio dentro de esa explosión.En el ámbito de Capricornio culmina ya el desarrollo de la forma física. Máxima estructura, ascetismo, ley. Es La Ley de la causa y el efecto, del «karma». El esfuerzo de llegar hasta allí fue muy grande, se emplearon todas las fuerzas disponibles. En el plano humano es responsabilidad, trabajo, esfuerzo, rigor, logros.

Estamos ahora en el instante energético de soltar y entregar al sistema los frutos y semillas del trabajo realizado y esto da paso a Acuario, momento de distribución de la experiencia que va a transformarse en múltiples posibilidades diferentes, libres y creadoras. Ya no hay forma, ni identidad, hay redes de vinculación generadoras de mundos y vibración. En el plano psíquico Acuario es originalidad, desapego, rebeldía, libertad, sentido grupal. Los cuerpos son sólo débiles receptáculos para la energía que vibra, nuevamente libre. Pero esta vez con plena conciencia de grupo, de interconexión, aunque está atada a la materia.

Este momento energético se abre cada vez más hasta comenzar a diluirse en un océano de corrientes sin forma alguna. Es Piscis, momento de máxima entropía, para el ciclo comenzado en Aries. En Piscis se disuelve toda forma y toda conexión intencional o con objetivos. En lo humano es: ensoñación, confusión, compasión, imaginación, melancolía.A finales del momento pisciano, comienza a generarse una fuerza que va a pugnar por emerger de ese mar indiferenciado y nuevamente Aries (Big - Bang) iniciará otro ciclo.

En suma, la experiencia de Aries como una individualidad explosiva e impulsiva pasa por diferentes estados hasta diluirse nuevamente en el caldo primordial que le dio forma, volcando en él todo lo aprendido a través de la forma, de la materia y sus sucesivas transformaciones. Se recomenzará un nuevo ciclo, pero en un nivel más alto, más complejo, en un movimiento “ascendente de espiral”.

A la luz de este pequeño resumen, se puede interpretar otra visión del zodíaco y sus peldaños. De esto trata la astrología a un nivel profundo y verdadero.