El Tarot y la Astrología

El Tarot es un juego de 78 cartas con enigmáticas y fascinantes imágenes. Su origen es incierto: hay muchas hipótesis que se manejan, pero nada se sabe con certeza. Lo cierto es que ha pasado de mano en mano y se ha ido reinventando a través de las épocas, aunque su estructura casi no ha cambiado. Condensa en él múltiples saberes de la cultura y tiene diversos usos. Hoy en día se lo conoce mayormente como un oráculo o método de adivinación. Pero además, el Tarot puede ser usado:

  • como método de previsión, en base a las circunstancias del presente

  • como método de exploración psicológica y autoconocimiento

  • como herramienta terapéutica, a través de visualizaciones y meditaciones
En este sentido, cada arcano (palabra latina que significa 'secreto') narra una experiencia particular del desarrollo vital del hombre, como si fuera la página de un libro. Los símbolos e imágenes presentes en cada lámina tienen la facultad de describir y motivar conductas psicológicas en la persona que lo estudia o lo consulta.

El Tarot y otros saberes

También, se relaciona con otros sistemas, filosofías y saberes, tales como la Numerología, la mitología de diversas culturas (grecorromana, celta, entre otras), la Cábala, el I Ching y, por supuesto, con la Astrología: cada carta combina a la vez el significado de un número, un mito, un sendero del árbol de la Vida y un hexagrama del I Ching. ¡En el Tarot confluyen varios de los conocimientos esotéricos de toda la historia! Por eso es un libro de sabiduría. Respecto de la Astrología, cada arcano se asocia a un signo o una combinación planetaria, que describe con otro lenguaje la propuesta energética de la carta y amplía su significado. Así, el Tarot se convierte en un buen complemento de la Astrología, porque:



  • además de ampliar el significado propio de cada arcano, permite determinar un arcano natal, que imprime con sus cualidades la vida de la persona, y un arcano anual, que varía cada año y que habla de las cualidades y eventos destacados de un determinado año.

  • permite identificar el momento vital que está atravesando el nativo y elaborar predicciones, en especial cuando se desconoce hora y/o día de nacimiento, lo que hace difícil levantar una carta natal (y cuando no se disponen de técnicas de rectificación).

  • permite comparar, precisar, ampliar y complementar las determinaciones vistas en las Revoluciones Solares y Lunares, ya que existen esquemas de lectura similares a dichas técnicas astrológicas.

¿Cualquiera puede aprenderlo? ¿O hay que tener facultades “especiales”?


Algunos afirman que hay que tener videncia para manejar el Tarot. Esto no es cierto. Cualquiera puede aprender a leer las cartas con el entrenamiento y el tiempo adecuados. El aprendizaje del Tarot tiene el beneficio que:

  • ayuda a despertar y desarrollar la intuición natural que todos tenemos

  • desarrolla el pensamiento pictórico/simbólico, la captación holística de los significados

  • estimula la creatividad a través de la conexión con el hemisferio derecho del cerebro

  • provee orientación en diferentes temas, y permite identificar las potencialidades de cada momento que estamos viviendo

  • permite encontrar soluciones novedosas a los problemas de la vida cotidiana, en base a la exploración del presente.

    • El Tarot: el otro Libro de las Mutaciones

      El Tarot es un sistema simbólico que puede relacionarse con otras disciplinas y conocimientos: la Numerología, la Astrología, la Mitología y el I Ching. Para lo numerológico no hay discrepancias entre los distintos autores porque cada arcano tiene su número: salvo el Loco que a veces es 0 o 22, y la Fuerza y la Justicia que en el mazo de Rider han intercambiado posiciones, no hay grandes diferencias entre los teóricos. Gran parte del significado de los números se vuelca a los arcanos sin problemas.

      Lo mismo sucede con la Astrología: aunque acá si hay diferencias. Mientras algunos ven que, por ejemplo, el Loco es Aries, otros ven a Urano; el Mago puede ser asociado tanto a Géminis, como a Mercurio como al Sol… Sin embargo, el vínculo entre las cartas y los planetas y el zodíaco, existe. La mitología es otro ámbito que enriquece la mirada del Tarot. Tanto es así, que existe un mazo exclusivamente dedicado los mitos: el Tarot Mitológico de Liz Green, que fusiona ambos conocimientos.

      El I Ching es, en occidente, el menos conocido de los oráculos, y el menos practicado. Parcialmente, porque pertenece a otra cultura, a otra cosmovisión y es difícil conectarse con el tipo de consejos que da. Los occidentales no nos llevamos muy bien con esto del “cambio”; no nos gusta que las cosas se modifiquen, aunque quienes transitamos un camino para ver un poquito más allá de lo aparente, sabemos que en el fondo todo está en movimiento, y lo que es hoy puede cambiar mañana. El I Ching, que se traduce como el ‘Libro de las Mutaciones’, resume este concepto. Quienes lo consultan pueden encontrar en sus páginas (los hexagramas) algún consejo valioso para transitar su vida en forma más consciente.

      El Tarot también nos cuenta la misma historia, a través del Arcano X: La Rueda de la Fortuna. Llamada también la Rueda del Destino o la Rueda del Tiempo, es la que nos dice que todo está en movimiento, que todo cambia de un momento a otro: hoy estamos en la cima, mañana declinamos, y más tarde volveremos a estar en la cima. Y esto no sucede en el contexto de una sola vida, sino que abarca muchas de ellas (muchas encarnaciones, si es que consideramos que venimos a la Tierra más de una vez) hasta que nos iluminamos. Una vez alcanzado el estado de lucidez o sabiduría, la rueda se detiene.

      El autor alemán Hajo Banzhaf ha relacionado cada uno de los 64 hexagramas del I Ching con uno de los 78 arcanos del Tarot. Naturalmente, dado que la cantidad de cartas supera a la de los hexagramas, hay cartas que no se relacionan con ninguno (la mayoría de las Figuras de la Corte). El espíritu del I Ching nos conecta con el cambio permanente; y el Tarot no es ajeno a esto. Cada vez que se hace una lectura, las cartas nos cuentan con imágenes la cualidad del momento que estamos atravesamos: describen nuestra vida, nuestro presente. Y de manera análoga a como sucede en el I Ching, cada carta es siempre un proceso, un peldaño, nunca una meta.

      Cuando consultamos el Tarot, las cartas que aparecen –incluso aquellas que apuntan al ‘futuro’, cercano o lejano– nos hablan de instancias que estamos atravesando pero que pronto cambiarán. En un sentido profundo, cada arcano es un escalón, y cada uno a su manera nos relata una historia y nos insta a no permanecer demasiado en dicho estado, o cuando menos, a tener la consciencia de que, tan pronto se halla colmado la experiencia que anuncia la carta, esta se modificará y dará paso a una nueva.

      Este es el punto de encuentro entre el Tarot y el I Ching. No sólo porque cada arcano se relaciona con un hexagrama de forma clarísima, sino porque ambos comparten y se fundamentan el mismo espíritu del cambio, de lo impermanente. Para terminar, veamos la interpretación general que se le da la Rueda de la Fortuna en el Tarot y a su hexagrama correspondiente en el I Ching. Tomaré para ello, un texto del libro I Ching: el alma del oráculo del cambio de Gustavo Rocco que habla del hexagrama 50 Ting / El Caldero, a continuación de la descripción del décimo Arcano Mayor:

      “La Rueda es un símbolo utilizado desde la Edad Media para simbolizar lo cambiante de la suerte de los hombres. Al principio aparecían tres reyes subidos a ella, uno trepando, uno sentado, reinando, y otro descendiendo del trono; luego los esoteristas franceses cambiaron esos personajes por tres figuras mitológicas greco-egipcias: Hermanubis, la creación; la Esfinge, la estabilidad y Tifón-Set, la destrucción. Waite mantiene estas figuras, aunque realizando cambios, y añade otras nuevas, de acuerdo a su inspiración judeocristiana. (En otros tarots –en el de Liz Green en particular–, aparecen las Moiras, las hilanderas del destino.) […] Las cuatro figuras que aparecen en los extremos son llamadas en su conjunto Tetramorfos, y fueron añadidas por Waite a la carta. Estas cuatro figuras aparecen en el Antiguo Testamento, en el libro de Ezequiel […]. El ángel, el león, el toro y el águila fueron interpretados como representaciones de los cuatro evangelistas –Mateo, Lucas, Marcos y Juan respectivamente– pero al ser figuras tan sugerentes y misteriosas, se asociaron a muchas otras cosas, como a los cuatro elementos (el león es Fuego, el Toro Tierra, el Ángel Aire y el Águila Agua) y a cuatro signos zodiacales (Leo, el León; Tauro, el Toro; Acuario, el Ángel, y Escorpio, el Águila). Y esta simbología elemental y zodiacal es la que nos da la clave: el Tetramorfos es la representación del mundo material, de sus misterios y sus variados aspectos, y de cómo la fortuna también consiste en conocer y comprender esa realidad material.”

      Y, lo más importante a mi entender, para considerar a la Rueda como un punto crucial en el camino del Héroe, son las cuatro consonantes hebreas del nombre de Dios YHVH, que aparecen inscritas en la rueda:

      “Este conjunto de letras, llamado el Tetragrámaton, fue considerado por los magos y esoteristas como la palabra mágica más poderosa, pero aquí representa la providencia, que domina la fortuna y lo controla todo. Están combinadas con las letras TARO, es decir el Tarot, que también puede leerse ROTA, o Rueda, o la palabra TORA, o Ley, tal como aparece escrita en el pergamino de la Sacerdotisa. Estas letras expresan, con estos tres significados, que la fortuna también está influida por la sabiduría humana y la ley divina. Completan la Rueda los símbolos alquímicos de los cuatro elementos, que aparecen de nuevo. La Rueda flota en un cielo azul, que otra vez recuerda al inconsciente humano.”

      En la Rueda también aparece un atisbo de la Ley. Y si consideramos que la Sacerdotisa es el que arquetipo del tarotista, la Rueda de la Fortuna es el espíritu del Tarot mismo. El hexagrama del I Ching nos aporta una imagen elocuente a este respecto:

      “Hexagrama 50. Ting (que se pronuncia ‘Ding’) aborda la cuestión de la alimentación a partir de su aspec­to cultural y espiritual, tomando la idea de un caldero ritual en el cual se cuecen los alimentos para la ceremonia. En principio aparece el caldero dado vuelta, a fin de deshacerse de los restos de una comida anterior: debe ser limpiado para una nueva ceremonia. Un caldero reluciente y colmado de ali­mento genera la envidia de quienes no comerán de él. El desconocimiento sobre el correcto uso del caldero lleva a que no se lo aproveche en toda su dimensión. Incluso su mal uso hace que se deteriore. Sin embargo, cuando éste por fin cae en las manos adecuadas, es restaurado y devuelto al lugar ceremonial que le corresponde y con el contenido correcto, a fin de ser ofren­dado a los dioses.”

      La Rueda de la Fortuna del Tarot, nos habla de un significado análogo: toda experiencia vivida debe ser colmada a fin de que se pueda vivir la siguiente. El Arcano X habla del apego y de sus consecuencias: el sufrimiento por no poder aceptar que las cosas cambian. Si entendemos que todo, incluso nosotros mismos, somos “pasajeros”.

      La imagen del caldero dado vuelta es muy sugerente, y nos recuerda el eterno fluir de la Rueda. Como el caldero solo sirve para cocinar cuando está ‘al derecho’ (y limpio) uno podría estar tentado a pensar que sólo la cima de la rueda es la correcta o la positiva. Sin embargo, el “buen uso del caldero” remite a conocimiento de este concepto del tiempo, de los ritmos (de los que también habla la Astrología) para poder aprovecharlos.

      Reflexionar sobre ambos significados, el de la carta y el del hexagrama, llevará a buen puerto para comprender tanto uno como otro oráculo. Y finalmente, explorar las claves para fluir con la cualidad del tiempo.

      Curso de iniciación al Tarot (con la baraja Rider-Waite)

      ¿Qué es el Tarot?

      El Tarot es un libro de sabiduría cuyas páginas han sido escritas en forma de imágenes y símbolos, plasmadas en cartas, llamadas Arcanos. Los Antiguos Sabios han codificado sus vastos conocimientos sobre la vida y el hombre en esas láminas, y ese conocimiento está abierto a cualquiera que aprenda a decodificarlo.

      El objetivo de este curso es aprender qué es el Tarot, su origen histórico, y sus diferentes usos: el autoconocimiento y la previsión del futuro en base a la comprensión del presente, ya sea de la propia vida o de la de otros, desarrollando la consultoría. Está dirigido a aquellos que ya tengan un conocimiento previo o para quienes no sepan nada.


      ¿Qué baraja se usa en el curso?

      Se usa el Tarot Rider-Waite como mazo principal, cuyas imágenes y símbolos son amigables y accesibles, ideales para que el estudiante se sumerja en el mundo del Tarot por primera vez, pues permiten que cualquiera pueda conectarse con las cartas desde el principio.

      Es un curso de iniciación que dará las bases y las claves para aprender posteriormente cualquier otra baraja que el estudiante desee. Se utilizarán otros mazos para realizar un aprendizaje comparativo.


      Modalidades de cursada:

      El curso se ofrece en 3 modalidades, 1 presencial y 2 virtuales, dependiendo de la cercanía y disponibilidad horaria del alumno:

      o Modalidad 1: clases grupales presenciales, en el Barrio de Almagro (Cap. Fed.). La clase consta de una parte teórica y otra práctica. Se trabaja con preguntas reales de los participantes. Así, se hace un seguimiento personalizado y permanente de cada alumno.
      o Modalidad 2: clases individuales a través de Skype. Desde la primera clase se aprenden diferentes esquemas y lecturas para ir familiarizándose con cada carta en forma práctica y vivencial. Se trabaja con preguntas reales o casos que traiga el alumno de su propia práctica.
      o Modalidad 3: en caso de no tener disponibilidad horaria en esos días, también está la posibilidad de hacerlo vía mail, ‘en diferido’: se entrega una clase semanal y se pide resolver un ejercicio. Una vez corregido, se envía la siguiente lección. El ritmo de aprendizaje lo pone el alumno.

      En ambas modalidades se entrega material de estudio digital,
      y certificado una vez finalizado el curso.


      Duración y frecuencia:
      Inicio: el presencial comienza el 16 de abril
      Frecuencia: 1 vez por semana
      Duración: 3 meses (12 clases o módulos)
      Horarios modalidad virtual: a confirmar con el alumno
      Horarios modalidad presencial: sábados de 10 a 12

      Informes e inscripción:

      V Congreso Internacional de Astrología

      Los días 8 y 9 de octubre de 2010, se realizó el V Congreso de Astrología, organizado por Astroar. Como sucedió con el anterior, este contó con la publicidad de diarios locales, y se desarrolló en el Hotel Super Resort, de la localidad de San Carlos de Bariloche, provincia de Río Negro. Contó con la participación de astrólogos nacionales y extranjeros, entre ellos de Venezuela. Para ver fotos y detalles del evento y del próximo Congreso, pueden entrar en la página de la asociación: http://www.astroar.com.ar/.

      Curso de Astrología a distancia

      Continúa el primer Curso de Astrología a distancia, para personas que quieran aprender a interpretar una carta natal desde cero.

      Curso Básico de Astrología
      · Dirigido a: estudiantes iniciales o personas que no tienen ningún conocimiento sobre Astrología, pero que tienen un interés genuino en aprender esta disciplina milenaria.

      · Objetivo: llegar a interpretar una carta natal, en especial, la de cada participante. Haremos un viaje por las energías zodiacales y reuniremos todos los elementos y aspectos necesarios para lograrlo. Investigar la propia carta natal, conlleva un gran autoconocimiento.

      · Dinámica: cada semana se enviará una Lección con el material didáctico de cada Módulo y ejercicios correspondientes. El curso es gratuito, aunque es un requisito realizar aportes o ejercicios en cada lección, para permanecer inscriptos.

      ·
      Programa a desarrollarse:

      MÓDULO I: Signos.
      MÓDULO II: Planetas.
      MÓDULO III: Casas.
      MÓDULO IV: Aspectos.
      MÓDULO V: Interpretación Preliminar.
      MÓDULO VI: Interpretación Avanzada.

      La inscripción está cerrada. Consulte por clases particulares, presenciales o a distancia.

      Los esperamos!

      IV Congreso Internacional de Astrología

      El día 7 y 8 de noviembre, se realizó el IV Congreso de Astrología, de la mano de Astroar (la Asociación que nuclea a astrólogos argentinos), en el hotel Sarum. El evento fue declarado de interés científico por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que demuestra que -pese a las críticas e intentos de devaluar a nuestra disciplina- la Astrología es realmente una Ciencia.

      El próximo Congreso se realizará en Córdoba, en una fecha a confirmar.

      Para ver fotos del evento, pueden visitar la página de la asociación: www.astroar.com.ar, o ver más abajo.

      Astrología, destino y ¿libre albedrío? La predicción inteligente


      Una de las ramas más extendidas del saber astrológico es sin duda la rama predictiva, que busca dar pautas e indicaciones sobre los posibles acontecimientos para un determinado momento –ya sea para el individuo o la sociedad–, observando el cielo y la posición de los planetas. Aquí tocamos obligadamente la astrología más exotérica; es decir, aquella que ve la luz en los periódicos y diarios todos lo días. Veamos algunas claves para entender de qué se trata esta rama predictiva.

      El ser humano tuvo siempre la necesidad de conocer su porvenir: saber si su futuro será venturoso, afortunado, o si, por el contrario, será desagradable, en cuyo caso uno busca estar prevenido de tales las consecuencias. Así que digamos, en principio, que la necesidad de saber, de adivinar el futuro es muy humana: y digamos también que la astrología ofrece en un primer momento, una solución “paliativa” a esa angustia existencial, dándonos la apariencia de que –si sabemos lo que nos va a ocurrir– podremos evitar ese futuro desagradable y cambiar su desenlace, en caso de que no nos guste.
      Ahora bien, esto tiene varias consecuencias, que son muy normales en toda persona que se acerca a la astrología desde esta visión: al conocer los tránsitos, las revoluciones y las progresiones (diferentes técnicas que se aplican sobre la carta natal para ver su evolución) uno bien podría sentir que se cuenta con una guía más o menos certera y específica sobre qué hacer y qué no. Esto puede ser cuestionado: algunos pensarían “yo no necesito leer mi horóscopo porque yo controlo mi destino”. Y en tal caso habría que preguntarse qué es “aquéllo” que determina que uno controle su destino y tenga dominio sobre lo que le pasa.

      Porque, si reflexionamos un poco, nos daremos cuenta que aquél que deposita su confianza en los designios planetarios para sentir que puede manejar su vida, no es muy diferente de aquél que afirma que “puede controlar su destino”... en el primer caso, su fuente de confianza es manifiesta; en el segundo, no lo es tanto. Pero todos tenemos algo en lo que creemos para darnos confianza y guiar nuestra vida: la religión, la devoción a algún santo o persona íntegra a la cual uno dedica sus peticiones y agradecimientos, o bien, la observación del cielo, ese fiel compañero que va marcando las horas y los ciclos.

      Cualquiera sea el caso, el impulso que nos lleva a creer en “algo” –o en “nada”, como los que se reconocen ateos o agnósticos– es el mismo. Es la búsqueda de un Sentido a los acontecimientos humanos, ya sea por designios de los dioses, de las estrellas, o “la vida carente de un sentido manifiesto”, más allá de nuestra propia existencia que “se acaba con la muerte”.

      La astrología vendría a ser entonces, en este sentido, el “paliativo” del que hablábamos antes. Sin embargo, esta es una de las primeras fases que todo estudiante o aficionado a la astrología atraviesa cuando se acerca a este saber, que nos permite pre-decir –decir con antelación a que algo suceda–. Cabría agregar también algo posterior, que es la comprensión: no sólo entender intelectualmente, sino comprender integralmente el sentido de los acontecimientos externos.

      Algunos de los signos más comunes al buscar una guía en la astrología, son: la profecía autocumplida, que surge como una autoprogramación –ya sea con resultados agradables o desagradables– para que sucedan ciertos acontecimientos o hechos; una cierta dependencia del conocimiento de las predicciones, que se genera como consecuencia del aparente control que tenemos sobre lo que nos sucede; una posible decepción, cuando aquello que esperamos no se concreta, entre otros efectos.

      Cabe aclarar nuevamente, que todos estos efectos son muy humanos y por ende, esperables. Recién, luego de haber atravesado esta primera frase, puede uno relacionarse inteligentemente con la predicción astrológica, ya no viendo los movimientos planetarios y sus significados como algo inamovible o que forzosamente sucederá, sino como una POSIBILIDAD. Debemos recordar cuatro elementos que se juegan a la hora de hacer una predicción, más aun tratándose de astrología:


      - el conocimiento estadístico y racional, en el que se van recavando datos, asociaciones y significados para planeta y posición;
      - la interpretación, que abordamos siempre en nuestra condición de sujetos, recortando necesariamente la realidad para comprenderla;
      - la conjunción de varios símbolos para dar varios significados: no se interpretan símbolos aislados, sino entendiéndolos dentro de un contexto;
      - la posibilidad de que ese significado que hemos escogido para determinados símbolos se manifieste en la realidad o no.

      Estudiar o incursionar en astrología no deja de ser nunca un arte interpretativo, una disciplina que privilegia un punto de vista terrestre de los movimientos planetarios, que busca asociar con ellos los hechos del devenir humano. Por ello, debemos ser humildes y estar abiertos a la probabilidad, y estar atentos a que el significado que hemos elegido para un planeta (Marte, por ejemplo) en determinada posición (en casa Tres, por ejemplo) deja de lado necesariamente otros. Nuestro pensamiento es unilateral y no puede observar la totalidad de los significados simultáneamente. Pero cada tránsito, cada aspecto, cada símbolo representa un “abanico de posibilidades”, y nuestra mente selecciona tan sólo un puñado de ellos. Debemos ser precavidos, entonces, a la hora de hacer o leer una predicción.

      Como consecuencia de atravesar diferentes fases en la relación con la astrología –ya sea estudiándola seriamente para practicarla, o verificando personalmente las predicciones sin necesidad del estudio–, puede tener lugar un nuevo vínculo: una nueva visión de la vida y de las cosas que nos pasan, no viéndolas ya como fatalidades o golpes de suerte, sino como un eterno vaivén de variados acontecimientos, los cuales no son independientes de la persona a la que “le ocurren”, sino que son inherentes a ella. “Algo” hay de esa persona, en el suceso que atraviesa.

      Todo este análisis, nos lleva indefectiblemente al famoso debate determinismo (o destino) y voluntad (o libre albedrío), que pese a todos los análisis y conclusiones que de él se extraigan, es un tema inagotable. Pero tomemos algunos puntos neurálgicos. La predicción en astrología descansa sobre y/o puede resumirse en la siguiente ecuación:

      ENERGÍA = (AUTO)IMAGEN + DESTINO

      ¿Qué significa? Que la carta natal es un campo energético que nos precede, y al que “nacemos” (nosotros “"aterrizamos” en un momento particular de la historia de la humanidad, y con un determinado cielo de testigo...). ENERGÍA es la totalidad de lo que somos. (AUTO)IMAGEN, o vale decir, autoconocimiento, es lo que reconocemos como lo que es "yo". DESTINO es todo lo que desconocemos de nosotros mismos, es lo que aparentemente “nos sucede por azar", es el “no yo”, pero que en última instancia me completa. La vida nos trae siempre lo que nos falta para completarnos. La paz es el arte de completar lo faltante, decía Morihei Ueshiba.

      Destino y libre albedrío son opuestos complementarios: si existe uno es porque existe el otro, como el día y la noche. ¿De qué depende, entonces, vivir a merced del “destino” o ejercer la voluntad y “manejar” (muy entre comillas) los acontecimientos? Depende del conocimiento, del auto-conocimiento, es decir, de la autoimagen que tenemos, que debe ser más abarcativa, más integrada, conforme agregamos velitas a la torta todos los años. En todos los individuos existe un porcentaje de destino y otro de libre albedrío; en algunos es más obvia la acción del destino que la de su opuesto: la clave está en conocerse, y así, completarse (o al menos, procurar hacerlo).

      La predicción se basa en la previsibilidad de la conducta del hombre: si sabemos que a lo largo de la historia de la humanidad, cuando "A" se encuentra con "B" se produce un conflicto, o por el contrario, un efecto placentero o positivo, entonces, cada vez que veamos (en una carta) un encuentro entre A y B diremos que el efecto será tal o cual (ya se agradable o desagradable). Pero si a la relación de A y B le agregamos un elemento, es decir, el (auto)conocimiento, la conciencia, entonces, ya no podemos pre-decir, porque el individuo se hace cargo de su campo energético y lo expresa a voluntad. Ha ganado terreno al destino. O cuando menos, no actúa en automático. Aprieta “su” botón del universo, interpreta “su” Instrumento, el que ha venido a tocar en la Gran Obra...

      En resumen y para terminar, los planetas dan cuenta de ciclos y estos tienen fases expansivas y fases donde debemos “achicarnos” y hasta prepararnos para la caída inminente. No olvidemos que –como escribió Jung una vez– “el significado hace soportables muchas cosas... todo, quizás”. El significado nos ayuda a transitar por la vida y la astrología vendría a ser como aquél “aceite lubricante” necesario para manejarnos sin fricciones. Es allí dónde descubrimos su verdadera esencia.

      El primer aniversario de Neptuno: crónica de una ilusión anunciada

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      Neptuno cumplió su primer aniversario, su revolución de 164 años luego de haber sido descubierto en 1846 por Le Verrier, al retornar al grado 25 del signo de Acuario, posición en la que se encontraba la noche del “descubrimiento”. Como todo lo asociado Neptuno, este período nos encuentra con grandes confusiones, ideales frustrados e incertidumbre acerca del futuro de la humanidad. Pero veamos más de cerca esta nueva “crónica neptuniana”. Tendremos en cuenta, para ello, el zodíaco tropical, en su versión geocéntrica.

      En Astrología mundana, los planetas son como piezas de un reloj cósmico: los trans-saturninos son como las agujas grandes, que marcan las horas, procesos largos, y lentos (el telón de fondo); mientras que los planetas personales –los más rápidos en su tránsito por el zodíaco, comparados con los transpersonales– son la aguja del segundero, marcando situaciones menores, hechos aislados, o bien, la cotidianeidad. A Júpiter y Saturno les cabe el rol de marcadores un tiempo más grande que éstos últimos, aunque no tan holgado como para no ser percibidos a corto plazo: serían como la aguja del minutero. Desde la antigüedad, se observaban especialmente sus conjunciones, que se repiten cada 20 años.

      La carta del descubrimiento de Neptuno, levantada para el día 24/09/1846 00:15h LMT (horario aproximado) en Berlín, Alemania, muestra a un Neptuno en 25º 52’ 49’’ de Acuario, en su fase retrógrada. En esos momentos estaba muy estrechamente aspectado con Saturno (una conjunción en el mismo grado), ambos en quincuncio con Marte y en sextil a Plutón, y estos dos últimos también en quincuncio, formando todos un apretado Yod o Dedo de Dios. Quirón hacía una sesquicuadratura a la conjunción Neptuno/Saturno. A través de Saturno, podríamos decir que Neptuno “tomó forma” y se dejó ver a antes los ojos humanos. La historia de su descubrimiento es muy curiosa, ya que fue uno de los primeros cuerpos cuya su existencia fue primero “intuida” y “pensada” (como consecuencia de las alteraciones en la traslación de Urano), y luego comprobada mediante el telescopio. Los cálculos fueron confeccionados por dos astrónomos en dos países diferentes, y fue descubierto por un tercero. Marte (en quincuncio) y Putón en sextil le dieron la fuerza necesaria para que “decante” la energía neptuniana y se mostrara, para luego incluirlo en la corte del sistema solar desde ese momento. Es el último de los gigantes gaseosos.

      El retorno a dicha posición se dio el día 11 de abril 2009 a las 19:24:11 TU, repitiéndose un espectáculo similar: éste constituyó el primer paso directo, pero quedan dos toques más: uno el 17 de Julio 2009 a las 10:24:43 TU en movimiento retrógrado, junto a Quirón, Júpiter y el Sol. Y un tercer toque (directo) el 07 de febrero de 2010, a las 14:32:34 TU junto a Quirón, Urano y Venus. Si bien los aspectos no se repiten, es llamativo encontrar a Quirón y a Urano en aspecto tan cerrado (uno de conjunción y otro de semisextil), lo que sugiere que ambas cualidades estarán unidas de ahora en más, a partir del “período” que se inicia con esta conjunción (recordemos que este aspecto significa “comienzo”).

      La conjunción exacta de Neptuno/Quirón con Júpiter, fue el día 20 de Mayo, en el que Júpiter ingresó en grado 26. Pocos días después comenzó a retrogradar, haciendo nuevamente un contacto. Volverá a conjuntar a Neptuno el día 19 de diciembre de 2009, para luego alejarse del mítico grado 25.

      La última conjunción entre Júpiter y Saturno se produjo en los 22 grados de Tauro, el día 28 de mayo de 2000, iniciando un nuevo período de 20 años. La conjunción en Tierra es propicia para el desarrollo económico, el comercio, pero también indica pugnas en esos ámbitos; las naciones se tornan más territoriales y pueden surgir conflictos. El 21 de diciembre de 2020 la conjunción se producirá en los 0 grados de Acuario, y por 140 años, el aspecto no cambiará de triplicidad. Esto marca un enorme período de racionalización, propicio para desarrollar nuevos sistemas económicos, y durante los primeros 20 años, básicamente, pensar “formas” y “enarbolar” teorías que nos saquen de la profunda que crisis en que la que estamos.

      Volviendo a Neptuno, mucho puede decirse de la triple conjunción: enseguida proliferaron diferentes versiones. Esta conjunción anuncia, más que hechos concretos, una excelente oportunidad para revisar nuestros ideales, expectativas, sueños y utopías… ¿Qué esperamos del futuro, qué soñamos para él? ¿Será un futuro luminoso? ¿Será un futuro que nos encontrará sanados o heridos todavía? Es un buen momento para revisar estas utopías, versiones de cómo deberían ser las cosas de ahora en más; las que tenemos, las que abandonamos, las guardadas en la “mesita de luz”, las que podemos imaginar de aquí en más. ¿Por qué digo esto? Podemos asociar a Neptuno como la ilusión, a Júpiter con la expansión, y a Quirón como la sanación: por qué no fabricar grandes ilusiones que nos sanen, nuevas sociedades quizás (Acuario), o nuevos valores (Júpiter)... Ilusión, expansión, espiritualidad, grupo, amistad universal... todo esto “suena” a utópico, aunque no estaría mal revisar dichos conceptos, para ver qué versión de lo “utópico” tiene cada uno o qué tipo de sociedad nos gustaría construir. Depende de nosotros "ilusionarnos" en el buen sentido. Los sueños de una humanidad unida por lazos fraternales, hermanados bajo un mismo deseo… es muy positivo rescatar estas imágenes y empezar a pensar formas de materializarlas (la inspiración es una cualidad que comparten tanto Júpiter como Neptuno).

      Cabría preguntarse qué sucederá cuando Neptuno ingrese en el signo de Piscis, al que rige. Y por qué no, también reflexionar sobre su ingreso en Acuario, signo que abandonará pronto. ¿Qué sucedía en el mundo hace 14 años? Neptuno ingresó en Acuario el 28 de Enero de 1998, e ingresará en Piscis el 4 de abril del 2011 (un año después lo hará Urano en Aries). En 1998 tanto Urano como Júpiter estaban transitando también Acuario; Plutón recién iniciaba su “peregrinaje” por Sagitario, y Saturno lo hacía por Aries. Sin duda, momentos de grandes transformaciones y crisis, a pocos años del fin de milenio, en el que se renovaban los miedos del “fin del mundo”…

      ¿Qué proponía Neptuno transitando el signo del aguador, de la igualdad y los grandes ideales? Necesidad de síntesis entre los esquemas mentales y la compasión, para diluir las diferencias entre los seres humanos. Neptuno funciona como un “canal” por el que se “cuela” el signo en cual se halla: durante la última década se ha convertido en un canal privilegiado para la transmisión de esas ideas, al menos, para quien esté abierto a escuchar. Las llamadas canalizaciones, han aumentado en los últimos lustros: ¿tendrá algo que ver con Neptuno…? El cine (imágenes ilusiorias en una pantalla) tiene estrecha relación con Neptuno: y en los últimos años hemos visto decenas de películas que hablan o bien del fin del mundo o bien de una forma de salvarlo; fimls que retratan la decadencia de la humanidad, y otros que intentan rescatar valores aparentemente perdidos...

      Por otro lado, la generación de niños nacidos entre 1998 y 2011 llevará el “chip” necesario para concretar todos estos aspectos, pero recién se empezarán a notar esas voces en los próximos años, ya que estos individuos son todavía muy pequeños, o están transitando la adolescencia.

      No olvidemos a Plutón, que imprimió su principio de transformación en los individuos nacidos desde 1995 hasta su ingreso en Capricornio, en el año 2008. Las personas nacidas en ese período tendrán como “pauta inconsciente” la de transformar las estructuras y las ideas acerca de la Verdad, la Religión, la Espiritualidad y los valores morales, temas propios de Sagitario. La proliferación de grandes grupos religiosos paralelos a la religión oficial es un testimonio de este movimiento plutoniano: algunos buscan la libertad del individuo (los grupos new age, por ejemplo); otros, grupos sectarios, buscan ganar más y más adeptos y tenerlos bajo su control. Paralelamente, la noción de Verdad absoluta se fragmenta, y gana cada vez más fuerza el concepto de que no existe Verdad absoluta cognoscible, sino que ésta es una construcción colectiva, un “mosaico”. Éstas son transformaciones atribuibles a Plutón en Sagitario.

      El efecto de Neptuno y Plutón se evidencia mayormente si se lo tiene en cuanta a nivel generacional. Ambos imprimen una cualidad particular en el individuo que nace, y ésta deviene del signo por el que transita cada uno. En la astrología personal, uno debe “adaptar” ese significado a la propia carta natal.

      También podemos relacionar este proceso con el tránsito de Urano en Piscis, que establece un diálogo especial con Neptuno, al hallarse en recepción mutua. De esto puede inferirse que ambos planetas trabajan juntos, aun cuando no estén en aspecto (estuvieron en semisextil al transitar Neptuno por grado 25): quizás, la novedad (Urano) en la religión y la espiritualidad (Piscis) y la disolución de las individualidades (Neptuno) en pos de la unificación de las masas (Acuario), sean algunos de los significados.

      De alguna manera, tanto Neptuno como Urano están señalando que esto no se llevó a cabo. Basta ver las noticias para darse cuenta que poco de lo que estos planetas expresan se ha materializado aun…

      Y, ¿qué sucederá cuando Neptuno ingrese en Piscis y Urano en Aries? Neptuno en Piscis (a partir del 4 de abril del 2011) caracterizará una generación que tendrá por pauta básica la de respetar todas las formas de vida, la compasión ante todo: los niños índigo y cristal que están naciendo y –seguirán haciéndolo– pueden ser un testimonio de estas energías. No soy partidario de las etiquetas, por lo que entiendo ambos adjetivos como “cualidades” presentes en los nuevos niños: los índigo, como la cualidad que “rompe estructuras” caducas, que busca disolverlas en pos de una mayor igualdad (Neptuno en Acuario), y los cristal –o diamante, como también se puede haber oído por allí– traen al mundo la compasión, el amor universal, un tipo de amor poco practicado: amor sin objeto, que es el amor como sustancia primordial sin estar enfocado a nada ni a nadie (Neptuno en Piscis). Si bien hay testimonios de niños con estas características nacidos mucho antes de los tránsitos mencionados, no deja de ser notable la analogía que se establece entre planeta/signo y sus cualidades.

      Urano en Aries (a partir del 27 de mayo del 2010) significará la conquista de nuevas tierras, nuevos horizontes: quizás, la llegada del hombre a Marte ocurra durante los siete años del tránsito, o bien, se alcanzarán nuevas distancias en el sistema solar, se descubrirán nuevos objetos, y nuestro hogar dentro de la galaxia se agrandará nuevamente. Sin embargo, el otro aspecto de Urano en este signo cardinal es la individualidad que propone, lo que puede contrariar al proceso que vengo describiendo. Pueden surgir uno o varios líderes políticos o militares, exhibiendo características mesiánicas y/o salvadoras (Urano en Aries + Neptuno en Piscis), primero, para luego mostrar su verdadero rostro despótico… No olvidemos, que cuando Urano trae lo nuevo no pregunta, no pide permiso: se impone, y hasta puede ser más coercitivo y autoritario que Saturno, al que tenemos catalogado como “el gran castrador”…

      Y no perdamos de vista a Plutón en Capricornio, que provocará que las máscaras institucionales se caigan, las dejará “peladas”, las destruirá si es necesario, para dejar sólo aquello que responde a la igualdad social, y a un equilibro de clases (Capricornio). Junto con Saturno –que pronto ingresará en Libra en Noviembre del 2009, signo en el que se exalta–, hará una cuadratura, que intermitentemente nos estará señalando durante el transcurso del año, por un lado, un quiebre en el poder de las potencias mundiales, primero llevando al extremo –Plutón– las formas de autoridad existentes –Saturno–, viviendo así su cara más dura, y luego, podrían proveer también la estructura necesaria (renovada) para que la energía más sutil proveniente de Neptuno se manifieste. Igualmente, creo que falta bastante tiempo para eso. La cuadratura comenzará a sentirse a final de agosto de este año, y se hará partil el día 12 o 13 de noviembre. Al mismo tiempo hará una sesquicuadratura a Quirón, y por extensión, a Júpiter y a Neptuno, aunque será más obvio el tránsito del Sol por los últimos grados de Escorio cuadrando este aspecto tenso. A lo mejor, se vivan días de mucha violencia.

      Sin duda, se trata de un cuadro variado, pero la intención es la de pintar un “color de base” en lienzo de la vida, y dejar plasmados algunos de los posibles significados de los planetas que pueden cambiar y desviar el curso de la historia hacia nuevos procesos. No olvidemos, que aun cuando los actores y los discursos cambien, la historia se repite. Y los planetas, son fieles testigos de ello.

      Los tránsitos desde una visión Transpersonal

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      Para contruir esta visión, transcribo a continuación un párrafo del libro Danzando con el Cosmos: “Debe tenerse en cuenta que el sentido de la Astrología no es predecir acontecimientos, esto debe enfatizarse. La Astrología trabaja con significados. Por tanto, puede anticipar el significado de los tiempos con todo rigor; pero sólo muy pobremente los sucesos específicos.' En decir que, más que esforzarnos por pre-decir hechos (algo que nunca puede hacerse de manera concluyente o con certeza) debemos comprender la naturaleza de los acontecimientos que posiblemente viviremos."

      Algo que debemos recordar –hasta el cansancio, diría yo– es que los seres humanos somos repetitivos: tropezaremos dos, tres, cinco y hasta cien veces con la misma piedra antes de intentar algo nuevo. ¿Por qué digo esto? La predicción en Astrología se basa en ésta tendencia del hombre de repetir un mismo patrón/actitud/hecho una y otra vez, sin conciencia. Entonces, ante un aspecto/posición planetaria cualquiera, ¿por qué sucede aquello que pre-decimos? Porque (como humanos) no hemos ideado formas diferentes de lidiar con “eso” que plantea el Cielo (digo “eso” por no decir energía, que es un término ambivalente). Por que, como humanidad, no hemos creado nuevos patrones, nuevos arquetipos para expresar la matriz zodiacal/estelar, diría Carutti.

      Entonces, ¿cómo abordar de la mejor manera posible la predicción? Me parece que una forma inteligente sería la de sugerir a nuestro consultante las manifestaciones que puede tomar la carta y sus respectivos tránsitos en su vida, sin olvidarme de su biografía personal. No sirve especular infinitamente sobre las modalidades en que una persona puede expresar su Marte conjunción Plutón, o su Mercurio en Casa Ocho... por ejemplo; tenemos que tener a la persona enfrente, y determinar qué porción de su carta expresa realmente. Nunca vivimos toda la carta: “hacemos identidad” en un sector de ella, en unos planetas, en un puñado de aspectos, y el resto lo proyectamos.
      Hay que reconocerlo: somos limitados, la creatividad no es lo común, pero podemos apostar a generar y crear nuevas formas de expresar lo natal (llegar a ser todo eso que la carta promete y que, con frecuencia, sólo se queda en un par de aspectos, planetas o casas) y también nuevas formas de resonar con lo externo (los tránsitos); finalmente, nuevos arquetipos de los aspectos planetarios.

      ¿Cómo? Imaginemos la carta como la totalidad de lo que somos: cada sector, cada planeta, una parte nuestra, una “habitación de la casa” que somos. Sucede que no habitamos TODAS LAS HABITACIONES (valga la redundancia): algunas las conocemos, otras están cerradas, ni las queremos ver. Los tránsitos sirven para ver qué parte de la carta (es decir, de la Conciencia) está “pidiendo ampliación”: una habitación más, para que entre otra parte de mí, que fue –en principio– negada, y expulsada de la casa.

      Es complejo pero integrador, a mi parecer, concebir los tránsitos de esta manera.

      Lo segundo a tener en cuenta es el símbolo y la tarea de la interpretación en sí. Todo objeto o concepto tiene siete planos de interpretación. ¡Siete! Lo que significa que, para cada hecho o cambio que vemos a través de los símbolos de la carta, no sólo puede haber muchas más posibilidades de una misma temática (es decir, en un plano de interpretación que podríamos llamar “horizontal”), sino también diferentes significados y planos de interpretación en un sentido “vertical”.
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      ¿Por qué? En principio habría que señalar que por definición el símbolo es inagotable en sus significados; reducirlos a un puñado de enunciados y creer que sólo es “eso” que decimos, implica perdernos de la riqueza que puede ofrecernos. Y aquí cabe todo símbolo astrológico: planetas, signos, casas, aspectos, ángulos, el intérprete/astrólogo ¡y hasta el consultante mismo! Todo es simbólico. Nuestra vida es simbólica. Así, cuando interpretamos, recortamos ese mar de posibilidades que es el símbolo y obtenemos un par de ellas, tantas como tengamos ganas de enunciar en una clase o durante una consulta. Pero, para una carta determinada, para un consultante específico, debemos conocer la forma en que el individuo plasmó las energías de la carta en su vida. De esa forma, es fácil predecir, porque sabremos en dónde radica la dificultad del individuo.
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      Una de las funciones del símbolo es la de mover conductas psicológicas: así que, por ejemplo, si yo veo que se puede haber conflictos por el lado de Marte (peleas, discusiones, posibles accidentes, energía rebosante) haré lo que pueda para canalizar esa energía de la manera más constructiva que pueda. No para evitar lo malo que pueda pasarme, sino para intentar vivir el aspecto más suave o superior de eso que parece in-eludible y tan terrible (los tránsitos).
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      Entonces, leemos símbolos, no hechos. Nada hay en una hoja de papel con un par de gráficos dibujados en ella, que pueda cambiar mi vida... a menos que yo lo quiera... O, dicho de otra manera, no hay nada en los planetas allá afuera, en el cielo, que me haga hacer cosas o me provoque nada, sino que eso que simboliza (porque así le hemos acordado previamente) ¡a mí me mueve conductas! Me insta a hacer algo. Y aquí no cabe el miedo. La Astrología debe servir para liberar, y no para dar miedo. No podemos observar unos cálculos (efemérides) y temer ante lo que un planeta “puede hacernos”. Sí, lógicamente, tenemos el argumento a favor de que la última vez de que Marte pasó por mi Casa Cinco, mi hija tuvo un accidente o algo por el estilo. Y a lo mejor, era un indicativo nada más. A lo mejor, sucedió. ¿Se podría haber prevenido el accidente? Probablemente sí. ¿Era seguro que mi hija se iba a accidentar? ¿Quién puede determinarlo a ciencia cierta...? Nadie. Pero lo que quiero decir es que la Astrología no puede generar temor, sino que está justamente para ayudarnos a dejar de tenerlo; de lo contrario, pierde su objetivo esencial.
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      ¿Y cómo podemos generar nuevas actitudes? Viendo otras formas de expresar Marte en nuestra vida cotidiana, por ejemplo: en lugar de discutir, ser asertivos: decir las cosas que pensamos, ser duros si es necesario, pero también ser gentiles, contemplar el opuesto (Venus/Libra). Y así, estamos inaugurando nuevas formas arquetípicas de Marte, por ejemplo. Los que vengan después de nosotros, ya tendrán habilitadas nuevas formas de expresión de esa cualidad.

      Cuesta creerlo al principio, pero así es: formamos entre todos una Conciencia Colectiva, un entretejido en el que cada ser humano es una célula vida, con un pasado en común y funcionando en base a conductas establecidas. Es hora de recrearlas, en la medida de nuestras posibilidades, con nuestro esfuerzo diario.

      Transcribo una parte más del libro: “Teniendo esto en cuenta, podemos darnos cuenta de la utilidad del seguimiento y el análisis de los tránsitos en la Carta Natal: se trata de una oportunidad continuamente renovada de observarnos a nosotros mismos en la danza de las diferentes cualidades o funciones que nos componen. Día a día se suceden las combinaciones que ponen de manifiesto los distintos aspectos de nuestra personalidad y, probablemente, de la relación entre nuestra personalidad y el alma.”

      Por otro lado, a la hora de interpretar, a menudo olvidamos los diferentes niveles de significados que tiene cada símbolo. Recordemos, entonces, que los planetas simbolizan a la vez:

      - una cualidad energética
      - un arquetipo del inconsciente colectivo
      - una función e imagen psíquica personal

      - una zona del cuerpo

      - acontecimientos (casas)
      - objetos, animales, plantas, etc

      ¡Todo eso está presente en cada símbolo! ¡Miren si no hay tela para cortar! Cuántas cosas salen a la hora de interpretar y cuántas otras se quedan en el tintero.

      ¿Para qué sirve esto? Para establecer un orden en la interpretación: enunciar uno o dos elementos para cada plano de realidad, ya sea interno o externo. Muchas veces sucede que vamos desde una cualidad psicológica de la persona, al vínculo que tiene con el hermano –tratándose de Mercurio, por ejemplo– y luego hacia el tema de los viajes y de vuelta a su aspecto mental (o sea, una condición psicológica). Habría que mantener un orden sobre las posibles manifestaciones de un tránsito; así “tal planeta puede expresarse internamente como (cualidad interna)”. Habiendo explorado este nivel, recién pasar al siguiente. Y así. A veces lo hacemos, a veces no. Creo que tener un esquema claro ayuda a conectar ambos hemisferios y lograr una buena lectura.
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      Así, los tránsitos vistos desde esta óptica dejan ver su mayores "bondades" y podemos sacar de ellos un buen provecho.

      La sexualidad: ¿nuevos caminos?

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      El siguiente es un artículo que apareció en el Nº 38 de mayo de la Revista "El Sendero del Medio", de la editorial rosarina. Tiene por tema la sexualidad en la nueva era, y ante la propuesta de escribir en base a ese disparador, surgió este pequeño escrito.

      Puede ser leído, junto a otros artículos de diversos autores en el sitio de la Revista: http://www.elsenderodelmedio.com.ar/.

      La Nueva Era parece traer muchas novedades en diversos campos y áreas de la vida. La sexualidad es uno de esos aspectos que se va transformado. Dentro de las relaciones amorosas y el vínculo de pareja, la sexualidad juega un papel preponderante. Ya que nuevas ideas están impregnando todos los campos de la ciencia, así la sexualidad tiene ahora un terreno más amplio donde echar raíces, sin prejuicios y sin condicionamientos. Hay realmente cambios y nuevas formas de sexualidad? ¿O es una “nueva” mirada la que enriquece una cualidad que ha acompañado al hombre desde el origen mismo de la humanidad?

      Hablar de sexualidad en estos tiempos ya no es considerado un tabú, aunque ciertos temas todavía generan comicidad, asombro, y “tapada de bocas”, ocasionando hasta vergüenza. Uno de los avances más importantes, se debe a la invasión de literatura oriental: gracias a nuevos enfoques se está espiritualizando a la sexualidad, elevándola en su significando y en su práctica de tal manera, que es considerado por algunos como una vía de acceso a lo divino, como un camino de Iluminación. Esta es denominada la “Sexualidad Sagrada”, y está acompañada por un surtido de libros, maestros, prácticas, posiciones, consejos y recetas, para hacer del encuentro sexual una verdadera conexión interior con otro ser, más allá del cuerpo.

      Pero al margen de todo esto, la sexualidad debe encontrar una vía de expresión más allá de los prejuicios, de los condicionamientos, y aun de su connotación sagrada oriental. En el siglo XXI hay una tendencia cada vez más grande de considerar a la sexualidad como una parte más de la vida, entendiéndola como la fuerza más grande que tiene el ser humano: la de crear vida. Recordar que nosotros provenimos de la unión de dos seres, de la integración de esos aspectos masculino y femenino, es un paso para ampliar nuestra idea de sexualidad.

      Por otro lado, separar a la sexualidad de su aspecto reproductivo es algo que viene como consecuencia de lo anterior. Se está resaltando el papel que juega el placer y el deseo, y cómo al ser satisfecho, eso genera equilibrio en todos los aspectos de la persona: en su emocionalidad, en su cuerpo, y en su mente. Junto con esto, la medicina y las disciplinas de la salud están promoviendo la práctica de una sexualidad sana y consciente, lo cual implica que las personas se tienen que involucrar en el tema de las enfermedades, y de los peligros inherentes a este terreno. La responsabilidad no es sólo del médico, sino también del paciente, la de asesorarse sobre las mejores formas para proteger su salud, ya desde la juventud, desde antes de su ingreso a la adultez y a la vida sexual.

      La sexualidad es uno de los constituyentes básicos de la personalidad. Hasta hace unas décadas atrás, no había diferencia entre la identidad sexual y la identidad de género: ambas se consideraban partes de lo mismo. Sin embargo, la psicología integral actual nos habla de que debemos entender ambos conceptos por separado, aunque funcionando íntimamente en la psiquis. La identidad sexual se define como aquella preferencia de un individuo por uno u otro sexo; un deseo sostenido en el tiempo hacia un sexo / género en especial; el género o identidad de género es determinado –no sólo por las características anatomofisiológicas de la persona, que determinan que alguien sea varón o hembra– sino por la identificación un rol en especial (es decir, si se percibe a sí mismo como un hombre, una mujer, o de otra manera menos convencional).

      En resumen, la sexualidad debe ser considerada en toda su dimensión, como un aspecto innegable de la realización del ser humano. La sexualidad puede y debe ser aprendida. Los tabúes sociales o religiosos –aunque a veces han tenido su razón de ser en algunas culturas o periodos históricos, como en el caso del incesto– pueden condicionar considerablemente el desarrollo de una sexualidad sana desde el punto de vista psicológico. La sexualidad, en definitiva, no debe apartarse de dos principios fundamentales: el mutuo consentimiento entre las dos personas, y la superación de la autocensura, para que cada individuo se acepte a sí mismo, aunque ello exija a veces lograr el difícil equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos prejuicios y atavismos sociales.

      Encontrar formas de expresión más acordes a nuestra naturaleza interna y a nuestros deseos, es la tarea que nos toca a todos en este nuevo milenio.

      Astrología y Semana Santa: ¿qué tienen en común?


      ¿Por qué la Pascua se celebra en diferentes fechas cada año? ¿Por qué algunas veces cae a principio de abril y otras –como este año– en marzo? ¿Hay alguna forma de calcular este acontecimiento tan especial para la Iglesia Católica? ¿Y qué relación tiene con el simbolismo astrológico?

      La semana Santa y el Domingo de Pascua tienen un simbolismo muy especial dentro de la religión católica; pero hoy no hablaremos de estrictamente de religión sino del significado profundo de este período. En principio, la pascua es un evento que se determina sobre cálculos astronómicos precisos: no es un capricho que cambie de día o de mes, según sea el año. Hay una fórmula que la Iglesia utiliza: la misma ha sufrido diferentes modificaciones a lo largo de la historia; tantas, como tantas veces se cambió el calendario y se hicieron ajustes en la medición de los ciclos.

      Una de las técnicas más fáciles para determinar cuándo caerá la semana y el domingo de Pascua es la siguiente: tradicionalmente se calcula a partir de la luna llena inmediatamente posterior al equinoccio de otoño. Éste marca el inicio del otoño para el hemisferio sur –y coincide con el inicio del año astrológico con el signo de Aries, el carnero– y siempre ocurre entre el día 20 o 21 de marzo, con el ingreso del Sol a la mencionada constelación zodiacal.

      Una vez establecida la lunación correspondiente, se observa cuál será el viernes posterior a dicha luna llena: ése será el Viernes Santo, y por ende, se determinan automáticamente tanto el “Domingo de Ramos” como el “Domingo de Pascua o de Resurrección”.

      Recordemos que la palabra pascua significa paso: el misticismo judeo-cristiano lo significa como el paso de la muerte a la vida, del pecado a la redención por parte de un salvador; para la astrología, es el paso de Piscis (el sacrificio, el amor incondicional, lo inmanifestado, todos símbolos de Cristo) hacia Aries (el carnero que se entrega en sacrificio –aun Piscis- para luego renacer –la cualidad ariana con toda su fuerza– y dar comienzo a un nuevo ciclo.

      La Semana Santa de este año tendrá una atmósfera mucho más "romántica" que de costumbre, ya que el equinoccio coincide exactamente con la luna llena; los paganos celebraban estos acontecimientos astronómicos con gran júbilo, y en este caso se le adjudicaría un gran poder a ese día, en el que la luz y la oscuridad tienen la misma fuerza (o, lo que es lo mismo, el día y la noche tendrán la misma duración).

      Para comprobar que esta curiosa técnica realmente funciona, basta con tomar un almanaque viejo que hayamos guardado y chequear qué día fue la luna llena posterior al inicio del otoño, y observar qué día se celebró la pascua ese año.

      Veamos por ejemplo el año 2007: la luna llena posterior al inicio del otoño fue recién el 2 de abril, por ello el Viernes Santo fue el día 6 y el Domingo de Pascuas fue el día 8 de abril. En el caso del año 2006, la luna llena siguiente al equinoccio se produjo el día 13 de abril, con lo que él Viernes Santo fue el día 14 y el Domingo de Pascua el día 16. En 2009, la semana santa comenzará el 9 de abril (Jueves Santo) y el Domingo de Pascua será el día 12.

      Una segunda técnica, que utiliza el Vaticano, emplea ecuaciones bastante más complejas que las descritas aquí. Por razones de simpleza, no vamos a explicarlas, mas sólo mencionar su utilización. Pueden encontrar una explicación detallada de las fórmulas para calcularlas en Wikipedia.com, introduciendo las palabras de búsqueda "Cálculo de la fecha de Pascua".


      Por cuestiones que poco claras, las fechas de las celebraciones religiosas no siempre coinciden con un evento astronómico (como el caso de esta), aunque sería mucho más lógico sincronizarlo con los ciclos celestes. Sin embargo, desde la reforma del calendario por parte del Papa Gregorio XIII –y antes por el emperador romano Julio César– se han producido toda clase de defasajes que modifican nuestra percepción de un tiempo real y natural, a la vez que buscan la comodidad de las personas y de los acontecimientos sociales. No siempre es por una “razón” justificada que se hacen estos cambios, sino más bien, por una arbitrariedad del jefe de estado de turno.

      Por ejemplo, la pascua judía raras veces coincide con la católica; sin embargo, esto no es casualidad, sino que hay una razón detrás de ello; razón que buscaron ocultar quienes impusieron las fechas de las celebraciones y cuándo se debía hacerlo. A quienes estén interesados en profundizar sobre los por qué le recomendamos la página del link más arriba.

      Pese a las extensas explicaciones que podríamos dar en relación a los cambios del calendario civil, lo que es importante destacar es que la elección del momento para celebrar un acontecimiento importante para muchas culturas sigue estando apoyado por los movimientos celestes, lo que indica que –aun sin saberlo- seguimos sincronizados de alguna manera con los ciclos mayores. La riqueza de esto, es saber, como lo decía un aforismo esotérico: “así como es arriba, es abajo”.

      Virtudes y defectos de los cuatro elementos

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      En esta oportunidad, nos acercaremos hacia la teoría de los cuatro elementos en la astrología. Éstos son: Fuego, Tierra, Aire y Agua. Son los factores que permiten ver las diferentes características de las personas, en un nivel general y básico. Sabiendo la preponderancia de elementos que contiene una carta natal, sabremos las cualidades que más resaltan en un individuo.

      Como primer acercamiento, podemos sugerir que cada elemento está relacionado con una facultad de la personalidad: el elemento Tierra a la Sensación; el Agua está relacionada con la Sentimiento; el Aire con el Pensamiento y finalmente, el Fuego –que estudiaremos a continuación– con la Intuición. Veamos algunas características de este último elemento.

      El Fuego: él da calor o quema, es movedizo, inquieto, restalla, arde y se consume, causa placer como también molestia según su forma; da placer en el corazón y molestia en el estómago. Las virtudes: hace a las personas alegres, vigorosas, confiadas en sí mismas, optimistas, amigas de la buena vida, de los deportes del ejercicio y de las aventuras. Las personas “fogosas” están siempre dispuestos a aceptar lo nuevo y no son temerosos al enfrentar los peligros y experiencias de su vida. No conceden mucho tiempo a los dolores o sufrimientos propios ni ajenos; tampoco se detienen a disfrutar de sus logros, ya que cuando logran concretar su objetivo inmediatamente fijan otro. Lo peor que le puede ocurrir a una persona de fuego es verse derrumbar sus ideales. Los defectos: demasiado fuego es peligroso y destructivo; provocan un exceso de pasión, reacciones inesperadas, personas exuberantes, inclinadas por los excesos. Se manifiestan con orgullo, arrogancia y falta de simpatía hacia los débiles. Pero la falta de fuego tiende hacia la falta de entusiasmo; la persona se vuelve muy materialista, seria, depresiva y pesimista.

      El fuego se lleva bien con el aire por que lo aviva y lo hace revivir, pero se lleva mal con la tierra por que lo “asfixia”. En este sentido, decimos que el Aire es complementario del Fuego, mientras que la Tierra es su antagónico. Contrario a lo que se pensaría, con el Agua comparten una cierta complementariedad al nivel de lo subjetivo, ya que la Tierra y el Aire, son objetivos. Los signos de Fuego Aries, Leo y Sagitario. Veamos ahora el caso del elemento Tierra.

      En la carta se analizan la posición de los planetas en función de los signos y –por ende– los elementos que ocupan: la mayor cantidad de planetas en un elemento dará como resultado una persona con cualidades más pronunciadas de dicho elemento: más intuitiva, más racional, más sensible o bien más entusiasta... las combinaciones y proporciones no son matemáticas. Más bien expresan tendencias y posibilidades.

      La
      Tierra: se trata de dar sostén y seguridad, es seca, inmóvil y funcional, no es llamativo como lo es el fuego y el agua. Las virtudes: en las personas de Tierra, resalta su solidez y su seguridad respecto a lo práctico. Es gente hábil, trabajadora, sencilla y con sentido común; son muy cuidadosas, cautelosas, frías, calculadoras, indecisas frente a personas más ágiles y decididas, como son las de fuego y aire. La tierra es el cerebro aplicado a los fines materiales y esta bien representada por el constructor como también el artesano. Los defectos: son obsesivos por el orden y la rutina, tienen falta de idealismo y valores espirituales de la vida. El hombre no cree más que en los hechos en la realidad concreta, “en lo que pueden ver” tienen una vida utilitaria y vulgar. La falta de tierra le produce incapacidad para lograr sus meta y hace a la persona poco practica e irresponsable quienes dejan a medias las cosas.

      La Tierra combina bien con el Agua por que la refresca: son complementarios y elementos femeninos; en cambio, como ya dijimos, con el fuego existe un antagonismo, porque la quema y con el Aire se complementan desde el aspecto objetivo y mental. Los signos de tierra son Tauro, Virgo y Capricornio.

      El elemento que sigue es el Aire.

      Aire: es el elemento vital de todo ser vivo ya que gracias a él podemos respirar y además es el medio por donde se trasmite el sonido; sin él no podríamos hablar. Las personas “aéreas” son individuos sutiles, adaptables y variables. Le dan mucha importancia a todo tipo de comunicación, su tendencia es estudiar y razonar, son muy inteligentes, trabajadoras a pleno por sus proyectos, les agrada concretar todos sus ideales y convivir entre la gente. Sus virtudes son su idealismo y su deseo de conocer la verdad. Tratan de no influir en los demás, necesitan saber más que sentir o actuar y poseen una gran capacidad para trazar planes a futuro. Uno de sus defectos es que son de profundas emociones pero se empeñan en expresarlas en palabras y en racionalizar. La falta de aire indica poca expresión y dificultad para expresarse con los demás. Son personas ahiladas e introvertidas.

      El aire combina con el fuego –como dijimos– por que lo aviva, pero con el agua no por que ambos le impiden su libertad. Los signos de aire son Géminis, Libra y Acuario.

      Por ultimo llegamos al elemento Agua.

      Agua: sirve para refrescar, reflejar, lavar y ayudar al crecimiento. Cuando está contenida se haya tranquila, aunque su tranquilidad es aparente: como ocurre en el mar o en el río, superficie puede estar calma pero en la profundidad hay movimientos ocultos por las corrientes submarinas. Las virtudes de las personas “agua”: son individuos sensibles, intuitivos, inspiradores; se expresan a través del arte, la música, el baile, como el desarrollo de las facultades psíquicas ayudando a los demás. Son reservados, protectores y prudentes. Sienten aversión por las personas ruidosas y demandantes. Entre sus defectos encontramos que el exceso de agua produce timidez, la sospecha, el temor y la desconfianza por los demás y por ellos mismos. Son muy influenciables, susceptibles e inestables y muchas veces tienden a ocultar sus sentimientos y encerrarse en sí mismos.

      El Agua se complementa con la Tierra por que es absorbida y contenida, ayudándola a su crecimiento; y con el Fuego comparten el carácter de subjetividad. Su antagonismo es con el Aire, que busca objetivar la mirada de los hechos en lugar de sentir. Los signos de agua son Cáncer, Escorpio y Piscis.

      Rescatando los conceptos que vimos al principio, en los que se asocia cada elemento con una cualidad de la personalidad, podemos entender por qué hemos dejado de lado la clásica agrupación de antagónicos en los que el Fuego es contrario al Agua (porque ésta lo apaga) y donde la Tierra es antagónica al Aire.

      Esta clasificación es relativamente novedosa en la consideración de los elementos en la astrología, y procede del psicólogo suizo Carl Jung, que propuso esta visión en los primeros años de la década del ’30. Así queda enriquecida la mirada tradicional de los elementos y puede ser asociada a las capacidades más destacadas en la personalidad de un individuo. En la carta, un análisis del balance de elementos nos indica con cuál de ellos se identifica la persona y a través de la cual suele interpretar la realidad.

      Astrología china y astrología occidental: interrelación de ambos sistemas

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      Además de la astrología clásica que conocemos, basada en el movimiento de las estrellas y de los planetas de nuestro sistema solar, hay otros calendarios y horóscopos que se han desarrollado a lo largo de la historia. Uno de ellos, el horóscopo o zoodiaco chino, consta de doce signos al igual que horóscopo occidental. Éste, más que otros, refuerza la idea básica del concepto de “zoodiaco” (que significa etimológicamente “rueda de animales”) ya que cada signo es literalmente un animal.

      Sus aplicaciones son similares a las del horóscopo occidental que conocemos, variando sólo en sus descripciones y en su aspecto “exotérico”. Está basado en una lógica interna –esotérica, podríamos decir–, que una vez comprendida, le da sustento a todo el sistema.

      Pero, ¿se relaciona este horóscopo oriental, basado en animales como el búfalo, el conejo y la serpiente (y muchos más) con el que nosotros conocemos (Aires, Tauro, etc.)? ¿Cuáles son los puntos de encuentro entre ambos zoodiacos? ¿Cuál es la lógica que los relaciona? Veamos más de cerca cada uno de ellos.

      Hay muchas leyendas acerca del origen del Horóscopo Chino, pero entre las más extendidas está aquella que dice que Buda, antes de desencarnar, convocó a todos los animales de la tierra para reunirse con él. Fue una carrera en la que no sólo contaban la velocidad sino también la perspicacia e inteligencia. La Rata llegó primera, porque astutamente se subió al lomo del Búfalo, y el Cerdo haragán llegó último. El orden de los animales entonces, estuvo dado por su rapidez y astucia en la carrera. Buda los honró dándoles a cada uno un año para gobernar. Son éstos los que conocemos hoy como los 12 animales.

      Mientras que los signos occidentales tienen su origen en la posición del Sol cada mes (pueden encontrar una explicación ampliada en el artículo “¿De dónde vienen los signos?”, en el Historial del Blog), los animales del horóscopo chino lo tienen en una selección de los animales que han acompañado siempre al hombre. Los signos del zodiaco chino son: Shu (Rata), Niu (Búfalo), Hu (Tigre), Mao (Conejo), Long (Dragón), She (Serpiente), Ma (Caballo), Xang (Cabra), Hou (Mono), Ji (Gallo), Gou (Perro) y Zhu (Cerdo). No es sorpresiva tal selección exclusiva de animales, ya que los signos del zodíaco occidental se basan también en descripciones similares: Aries como un carnero, Tauro como un toro, Cáncer como un cangrejo... Este es uno de los puntos de encuentro más importantes entre ambos sistemas.

      Sin embargo, una de las grandes diferencias es que en los países asiáticos, el Horóscopo se basa en la Luna en lugar del Sol que elegimos los occidentales. Por lo tanto sus años son lunares. Cada uno de ellos comprende 12 lunas nuevas y una treceava cada docena de años, por lo cual un nuevo año jamás coincide con la misma fecha (el año nuevo chino comienza entre enero y febrero de nuestro calendario). El ciclo zodiacal es de doce años y no de doce meses. Y los signos se continúan siempre en el mismo orden, siendo representados por animales, que ejercen una influencia en la vida, el destino y el carácter de los seres humanos. La rata prepara la trampa; el gallo escarba con el pico y con las patas para encontrar su comida; la cabra bala cuando le falta la hierba; el gato (o conejo, como también se lo conoce) siempre cae sobre sus patas y se incorpora rápidamente; etc.

      Como todo horóscopo, en principio tuvo la función de guiar a la población y al gobernante para tomar decisiones correctas, prediciendo los ciclos naturales: los movimientos de la Luna y el Sol, el cambio de las estaciones –saber tan necesario para sacar buen provecho de las cosechas–. Fue más tarde, cuando los calendarios se perfeccionaron, y se estableció la longitud exacta del año solar y sus variaciones (el año bisiesto, el desplazamiento de los solsticios y equinoccios, por ejemplo), que la astrología, es decir el saber relativo a los cuerpos celestes y su conexión con la vida de la tierra, pudo ser aplicada a nivel individual. Esto alcanzó su mayor auge en las predicciones, ya no de ciclos sociales o colectivos únicamente, sino también, aplicadas al destino individual o familiar.

      Y como todo saber “mágico”, pasó por períodos de gran aceptación y otros de persecución. Pero acabó por ser aceptado entre la población como un método de autoconocimiento y ordenamiento de la vida.

      Es el año de nacimiento y no la fecha completa la que otorga la personalidad al individuo. Además de estar representado por un animal, se le anexa uno de los cinco elementos de la teoría china que vendría a ser como la energía primordial a través de la cual uno se expresa: el fuego, el agua, la tierra, el metal y la madera. Existen diversas interrelaciones entre dichos elementos, como un ciclo de construcción o alimentación y un ciclo de destrucción o degradación de cada uno; aplicado a los vínculos humanos, nos da un primer acercamiento de cómo podrían ser las relaciones entre los signos.

      Tomemos el ejemplo de una persona Rata, cuyo elemento es el fuego. Al relacionarse con otra persona de su mismo signo, podría preveerse que la relación sería fructífera –iguales signos se “llevan bien”-, pero habría que observar los elementos regentes de cada uno: por ejemplo, una Rata de Fuego, será más pasional, confiada y expresiva que una Rata de Agua, que será más emotiva y sensible. Esta es sólo una de muchas explicaciones prácticas que se pueden dar sobre el uso de este horóscopo.

      En Argentina, el conocimiento del horóscopo chino es reciente. Ha sido fuertemente difundido por la conocida Ludovica Squirru durante las últimas décadas del siglo XX, que es –a nuestro juicio– la representante más importante del sistema en América Latina. Recomendamos su página personal para ampliar los conocimientos sobre el tema.

      Pese a que sus descripciones pueden diferir, tanto el horóscopo occidental como el chino, están basados en el mismo conocimiento milenario y fundados sobre el mismo espíritu: promulgar la evolución del hombre y guiarlo en su camino por el planeta hacia una mejor sociedad, más justa, más amorosa, más compasiva, comprendiendo que lo diferente, no necesariamente es malo.

      Horoscopo Chino

      Realizado por Diego G. Mercado

      Los frutos de un trabajo y un nuevo ciclo

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      Luego de un largo tiempo de trabajo con las encuestas que estuvieron mandando durante los últimos meses del 2007, y principios del 2008 –que suman más de doscientas-, hemos realizado un informe con los resultados arrojados. Veamos algunos detalles.

      La primera pregunta fue ¿Qué es lo primero que Ud. piensa cuando se le nombra la palabra “astrología”? articulada para detectar los mitos y creencias generales. Las respuestas más comunes estaban relacionadas con las siguientes observaciones:

      · La gente suele definir a la astrología como “el estudio de los astros y sus movimientos”, “el estudio del universo en general”, y por excelencia suele asociarlo a los signos del zodíaco, las estrellas, los planetas y los horóscopos.
      · Muchos mencionaron a la “influencia de los astros”, de “energías”, la regla de oro que se repite mucho es “predecir el futuro”, “predicciones” y solo unos pocos lo asociaron a la “videncia”.
      · También expresaron que la astrología indica “cómo es una persona a través de la carta astral”.
      · Solo unos pocos (diez casos cuando más) mencionaron un fin profundo para la disciplina: “entender por qué estamos aquí y nuestro fin en la tierra”, y sólo ocho personas le dieron el carácter de “ciencia exacta”.

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      Algo para rescatar es que, aproximadamente un 10% de los encuestados manifestaron cierta desconfianza al acercarse al conocimiento astrológico, porque consideraban dudosas sus raíces, la forma en la que estaba fundamentada. Y a la vez muchos lograron derribar muchos supuestos y considerar la disciplina desde un punto de vista más serio.

      Este es un punto que vale la pena considerar, porque se puede corregir esta reticencia de la gente detectando los imaginarios sociales y mitos, y contrarrestándolos con una explicación concienzuda y cabal sobre qué trata la disciplina y sobre qué se fundamenta su accionar. Esto contribuirá a ganar un mayor prestigio, aun entre la comunidad científica, que suele criticar a los astrólogos por desconocer, justamente, desde qué lugar de la realidad opera la astrología. Una vez comprendido esto, se puede elegir si tomarla como herramienta o no, de la misma manera como uno elige determinada creencia que más le convenga, una vez analizada o comprendida.

      La segunda pregunta era de opciones múltiples, con una total de doce respuestas posibles, en la que se debía seleccionar todas aquellas con las que un se sintiera identificado.

      Basándose en lo anterior, ¿para qué cree Ud. que sirve la astrología?. Seleccione todas las que crea adecuadas “pintando” la oración en negrita.
      · como herramienta de autoconocimiento
      · cómo método de predicción
      · para adivinar el futuro y la suerte
      · para ser más feliz
      · para llevarse mejor con uno mismo y con los demás
      · para detectar enfermedades potenciales y mejorar la salud
      · para ayudar a encontrar la vocación
      · como herramienta terapéutica y complemento de la psicoterapia
      · fechas de acontecimientos
      · para encontrar tu pareja ideal
      · para mejorar la relación de pareja
      · para progresar en los negocios y las finanzas

      Los resultados están expresados en el cuadro de la página siguiente. Los porcentajes más altos fueron aquellos que respondieron que la astrología es útil como una herramienta de autoconocimiento (71%), y como método de predicción (60%); los porcentajes que le siguen son que sirve para llevarse mejor con uno mismo y con los demás (48%), que puede ser usado como complemento de la psicoterapia (31%), y tres opciones obtuvieron el mismo porcentaje: aquellas relacionadas con la vocación, la pareja y las finanzas (28%).
      Encontrar estas cifras es grato, porque la astrología es en principio entendida como un método de autoconocimiento antes que como un método de predicción, aunque –como lo confirman las respuestas a las demás preguntas– la tendencia predictiva sigue vigente en más de la mitad de los casos.

      En interesante observar que sólo un poquísimo porcentaje opinó que la astrología servía para ser más feliz (10%), y tanto la búsqueda de la pareja ideal como la salud quedaron con porcentajes bajos también (15 y 17% respectivamente).

      como herramienta de autoconocimiento 71%
      cómo método de predicción 60%
      para adivinar el futuro y la suerte 24,20%
      para ser más feliz 10%
      para llevarse mejor con uno mismo y con los demás 48,50%
      para detectar enfermedades potenciales y mejorar la salud 17,10%
      para ayudar a encontrar la vocación 28,50%
      como herramienta terapéutica y complemento de la psicoterapia 31,40%
      fechas de acontecimientos 27,10%
      para encontrar tu pareja ideal 15,70%
      para mejorar la relación de pareja 28,50%
      para progresar en los negocios y las finanzas 28,50%

      El tercer interrogante complementa al anterior, en caso de que la persona la asocie con algo más que no estuviera incluido en las opciones. La pregunta fue “Al margen de las opciones mencionadas, ¿qué otra información le puede ofrecer la astrología?”, y las respuestas obtenidas, las siguientes:

      · Predecir acontecimientos, explicar los que ya pasaron; entender el pasado, conocer el “patrón” general de la personalidad, conocer los límites propios.
      · Proveer información de los diferentes cambios que se producen en el universo, de cómo ciertos fenómenos pueden afectar a la tierra y al hombre.
      · La posibilidad de auto-conocerse mediante la identificación con el propio signo, teniendo una explicación más detallada de cómo somos.
      · A comprender a los demás y ver las cosas desde otra perspectiva, pudiendo lograr mejores relaciones interpersonales.
      · Indicar los períodos favorables y desfavorables para el aspecto afectivo, la salud, el ámbito económico, etc.
      · La carta es como el libro de lo que uno desea interiormente, los anhelos y miedos.
      · Poder tomar decisiones en base a lo que conocemos, ya sea modificando el carácter u obteniendo más herramientas para transitar la vida en este mundo.

      Hay aquí una cierta tendencia a querer saber el futuro para evitar los acontecimientos negativos, estar mejor orientados en los negocios para evitar pérdidas, saber las fechas de acontecimientos posibles para estar preparados ante lo desconocido... Pero también, varias personas opinaron que la astrología les ayudaría a comprenderse a sí mismos, a modificar aquello que no les gustara y entender los acontecimientos del pasado para estar mejor preparado para el futuro.

      Pareciera ser que uno necesita estar preparado para lo que pueda venir, lo cual es hasta cierto punto entendible. Lo que sucede es que muchas veces nos perdemos el presente por estar revisando el pasado o proyectando el futuro y buscando minimizar los errores posibles o las sorpresas desagradables.

      La cuarta y última pregunta, era la siguiente: "¿Cómo ve a la astrología en estos tiempos? ¿Cree que sobrevivirá a la dura crítica de la ciencia?", interrogante que arrojó una respuesta casi unánime de que la astrología es un estudio antiquísimo, milenario, y que pese a las críticas de la ciencia, sobrevivirá al paso del tiempo. “Siempre estuvo allí, y seguirá existiendo mientras que la gente crea en ella...” coincidieron muchos, y señalaron finalmente que dependerá de los profesionales hacer buen uso de ella.

      A grandes rasgos, lo que podemos extraer como conclusión es que la gente concibe a la astrología como una disciplina básicamente adivinatoria y que define los rasgos caracterológicos de las personas. Son éstos, los dos aspectos destacados. Sin embargo, también subyace otro significado que es el de “conocerse a sí mismo”, a través de los signos y del zodíaco.

      La situación, así bosquejada, no resulta tan desalentadora como se suponía. ¡Vamos por buen camino!

      Desde ya, agradecemos nuevamente a todos los que participaron de este proyecto. Es muy grato poder expresar los frutos de un trabajo que nos llevó varios meses concebir y ver que la gente se enganchó tanto, a pesar de ser una disciplina tan bastardeada y criticada.

      Quizás en un futuro, sea tomada más en serio por la comunidad científica, e incluso, incorporando los aportes necesarios, y con ello, enriqueciéndose aun más. Mientras tanto, cada ciencia sigue su camino por separado.

      Receta para fumigar felicidades

      En esta oportunidad, con motivo de la Navidad, les queremos compartir un texto de Virginia Gawel y Eduardo Sosa: ambos son docentes de psicología transpersonal y se dedican a enseñar esta nueva vertiente desde una calidez y humanidad que no se encuentran en cualquier lado. Más abajo pueden encontrar el link para visitar su sitio.

      Digámoslo sin anestesia: quizás sea cierto lo que dicen los amargos y los desmaravilladores: que “LA” Felicidad... no existe. Por lo cual desearle a alguien “Que seas feliz” puede implicar una triste ingenuidad. Pero... cuidado! Cuidado, señores desmaravilladores, que “LA” Felicidad podrá no existir... pero sí existen “LAS” Felicidades. Así: en coro, pequeñitas pero bien vivas, como mariposas o libélulas. Rara vez las felicidades andan en bandada. Pero de pronto le sorprenden a uno, como un colibrí que entró por la ventana. Y ahí sí: desearle a otro, -como en esta época del año- “FELICIDADES!!” puede representar algo posible. Te contamos algo: la palabra “feliz” viene de una antigua raíz indoeuropea que significaba “amamantado”. Qué bello, no!? Y es que es así: las Felicidades son pequeños momentos en los que nos dejamos amamantar por la Vida.

      Sin embargo, nuevamente: CUIDADO! Las Felicidades son delicadas como esas flores que crecen en una grieta del cemento: hermosas, singulares... y pasibles de ser fumigadas hasta la raíz. Por lo otros? Rara vez: es uno mismo quien deja la ventana abierta para sus Felicidades. Uno mismo las elabora, artesanalmente (no puede comprárselas). Y uno mismo a veces, torpe e ignorante, las fumiga hasta exterminarlas. Y, claro, uno es muy dueño de hacerlo. Si prefirieras esta opción, aquí va una receta infalible, que hemos delineado paso a paso:

      RECETA para FUMIGAR FELICIDADES (y desgraciarse la vida por cuenta propia): Hay momentos en que la vida está gravemente triste. Para esas situaciones esta receta no cuenta (en cambio sí nuestro apoyo y mucha ternura a quien esté hoy viviendo en extremo dolor). En el resto de los casos, cuando aparezca un momento que pueda a llegar a ser sencillamente luminoso, sígase este procedimiento:

      1) Compárese el instante de contento que uno se disponga a fumigar, con otros momentos que uno haya vivido en el pasado, en que “SÍ era feliz”, y compadézcase de sí mismo porque ya no se es tan joven, o porque ya no están aquellas personas en su vida, o porque la infancia ya pasó, o porque “el mundo está peor que en aquellos buenos tiempos”...

      2) Compáreselo con lo horrible que va a sentirse en el futuro si pierde lo que hoy le hace feliz (las personas queridas, su salud, su juventud, su gato...). Prefigurar en detalle las futuras catástrofes y elíjase darle combustible con la imaginación a la que más angustie; calcular que pueda llegar más vale antes que después, diciéndose a sí mismo el mantra preferido por los desgraciadores: “Lo bueno dura poco”...

      3) Compáreselo con la felicidad que aún no tiene, y dígase a sí mismo que sí podría ser feliz, PERO “el día en que la vida le dé a uno lo que aún le falta” (un gran amor, un hijo que aún no nace, un mejor trabajo, más dinero, que se vayan los vecinos ruidosos...).

      4) Compáreselo con la Felicidad (con mayúsculas) que supuestamente otros sí viven, porque los muy condenados SÍ tienen lo que uno no: una pareja feliz, una familia feliz, menos soledad, una salud perfecta, un pasado menos denso o las vacaciones soñadas... Imagíneselos felicísimos (no importa que no sea real: con imaginación uno podrá lograrlo).

      Y si todo esto hubiera fallado, tener en cuenta un último recurso, siempre extremadamente eficaz:

      5) Júrese a sí mismo que no hará nada para propiciarse las felicidades posibles; siéntese en una silla, en una plaza, o en la mesa familiar, a esperar eso que espera tantísima gente: QUE OTRO LE HAGA FELIZ. (No es que nunca suceda que un otro pueda darnos felicidades: el secreto de amargarse es EXCLUSIVAMENTE quedarse a la espera de ese gesto, de esa actitud, de que el otro por fin cambie, o de que aparezca esa persona ideal que aún no ha aparecido).

      Si, en cambio, te has vacunado contra este proceso de fumigación, si lo has antidotado aprendiendo a apreciar lo que la vida SÍ da, si has renunciado a lo que no es, para dar espacio a LAS FELICIDADES POSIBLES, te avisamos que la receta no te dará resultado: serás uno de esos obstinados que andan amamantándose con la vida, libando pequeños néctares. Como el colibrí. No es fácil, claro, pero estar atentos a cuándo estamos fumigando el instante, y quizás atinar a corrernos de esa actitud, ya es un gran logro. Así que te deseamos, entonces, no “LA” Felicidad, pero sí, sinceramente, algo posible, algo verdadero: FELICIDADES! (Y ojalá recuerdes lo que significa cada vez que se lo desees a quienes aprecies...)

      Virginia Gawel & Eduardo Sosa
      Extraído de:
      http://pensamientosensible.blogspot.com

      La poética del zodíaco

      Realizado por Diego G. Mercado

      La comprensión energética del zodíaco

      Basado en un texto de Eli Serebrenik

      Ya hemos visto los doce signos, indagando en sus características básicas y su comportamiento en los diferentes órdenes de la vida, como la profesión, el amor, la paternidad, etc. Pero el zodíaco tiene un abordaje completamente diferente desde la astrología esotérica: esta es una rama de la disciplina que estudia el significado energético de cada signo y ve el zodíaco como una «totalidad circular» —un mandala— en el que cada signo representa un peldaño en la escalera evolutiva. Veamos más de cerca este concepto para entender un poco más la lógica interna de la carta natal.

      Podemos tomar conciencia de la estructura circular de la astrología observando la secuencia y el orden lógico de los signos. Cada Signo “es” a partir del que está “detrás” y genera el siguiente. Esta secuencia puede verse en cada una de las situaciones vitales, comenzando con Aries como la explosión de fuerzas, y concluyendo con Piscis, en la fusión en el Todo. Para recomenzar el ciclo en un nuevo nivel de complejidad.


      Aries se corresponde con el momento de “arranque”, el Big-Bang, energía pura y ciega que pulsa por “Ir”, es unidireccional, va hacia un objetivo primordial. En el plano psicológico es deseo, instinto, agresividad, impulso de vida. Esta explosión es energía solamente, sin que medie la conciencia —de ahí a que se asocie a los nativos de Aries como impulsivos, temerarios, etc—; es la expansión que contiene la semilla para la creación de todos los arquetipos restantes.

      En algún momento de su recorrido la energía de fuego y luz comienza a lentificarse y enfriarse, se solidifica y se torna materia. Es Tauro: materia sólida, gravedad, la tierra. En el plano humano son los sentidos, la percepción de lo orgánico, la retención. Tauro representa el momento del zodíaco en que la conciencia se identifica con la forma, con el cuerpo, el “yo corporal”, se enraiza para vivir una experiencia terrena. Luego, la masa, materia, comienza a experimentar, prueba diferentes modos de contacto con las infinitas variables a su disposición, luz, humedad, bacterias, todo es juego, abierto y móvil...

      Y llegamos al momento Géminis. Psicológicamente es velocidad, multiplicidad de objetivos, inquietud mental. Es el peldaño donde la conciencia se identifica con la mente, el “yo mental”, las ideas, y también las múltiples opciones, relaciones y asociaciones. La energía se experimenta como partículas volátiles que puede integrarse en un cuerpo y desintegrarse. El objetivo: experimentar todas las combinaciones posibles. Hasta que naturalmente surge la necesidad de cerrar el juego y construir algo concreto.

      Eso es Cáncer, el nido, el lugar donde se excluyen las variables y se gesta algo separado de “lo otro”. La energía se nutre en su misma sustancia, protege, se cierra sobre sí, como un huevo. Por eso Cáncer es el arquetipo de La Gran Madre, del útero cósmico, porque es una «interioridad nutricia que contiene a otro ser dentro de sí, lo aísla, y le permite desarrollarse». Luego de un tiempo nace algo diferente a “lo demás”, algo con identidad y pertenencia. Esta fase es consciente, y ya la protección de Cáncer no es más necesaria.

      Nace Leo, que es la identidad separada, radiante, plena de brillo. Lo que lo rodea lo confirma. Es un núcleo de generación energética que mientras irradia y atrae se alimenta. En lo humano es egocentrismo, centro, nobleza, generosidad. Este estadio de transición de Cáncer a Leo es en el cual se encuentra actualmente la humanidad como conjunto: emergiendo de las tribus y la pertenencia (Cáncer) para poder expresar una singularidad (Leo).
      El nivel energético sigue su proceso cíclico, y ese estadio pasa a una fase de soledad e introspección. Surge un mensaje que dice “No soy el centro, hay algo más, desconozco lo que es... pertenezco a un sistema, se dice a sí misma la conciencia.

      Virgo hace su aparición en la experiencia de la energía que adquiere cada vez mayor complejidad. Se repliega sobre sí, busca un orden interior y siente que es muy difícil encontrarlo, pese a que intuye que existe. En el plano psíquico es discernimiento, análisis, pensamiento, obsesión. Virgo es la conciencia de un orden que todo lo regula, que organiza los elementos de un sistema de forma práctica y le da a cada uno de ellos su función, su misión; la energía centrípeta de Leo se descentraliza ahora y se reconoce como parte de un grupo más vasto que él mismo: eso es Virgo, e implica cierta olvido de sí mismo en pos de las necesidad de alguien más (institución, grupo humano).

      Cuando Virgo completa su movimiento, encuentra a Libra. En ese ámbito la mirada se torna objetiva y aparece la dualidad “yo-el otro”. El equilibrio de los opuestos. Adquiere identidad al reconocer el complemento. Libra simboliza la danza de los opuestos que se complementan: las individualidades que se reconocieron parte de un sistema, ahora buscan “asociarse”, y reconocen que “el otro es quien me completa”, y que sin el otro que juegue de espejo, la vida no puede funcionar.

      En el nivel humano es armonía, belleza, indecisión, objetividad. El movimiento siguiente lleva hacia el encuentro con lo excluido, “lo otro” en el momento Cáncer. Lo que fue descartado (necesariamente) para construir algo, hace su aparición poniendo en peligro la estabilidad del resto.

      Es Escorpio. Esta energía necesita ser integrada al resto del sistema para que éste siga su curso. Esto genera conflicto, desgarramiento, tensión. Es el encuentro con lo negado, la muerte, la intensidad sexual, el poder de la vida y la muerte; también la energía estancada en un ‘pantano’ que necesita ser “limpiada”. En lo humano es intensidad, profundidad, sexualidad, desconfianza, emociones intensas, control.

      Escorpio tiene la tarea de sanar, y para ello, no hay mejor sanador que aquel que ha probado los más potentes venenos; se ocupa de lo ‘echado a perder’ en este ciclo. Pero aunque su tarea sea algo impopular es la que prepara el campo para la verdadera confianza en la vida...

      Una vez integrada la relación intrínseca entre la vida y la muerte ocurre una digestión sintetizadora de lo sombrío, posibilitando la búsqueda de un sentido de la vida, entonces se genera Sagitario. El proceso adquiere luminosidad y confianza. Hay una dirección clara y esperanzada. La vida se torna abundante y nutricia por llevar integradas en la conciencia, lo aceptado y lo negado. En el plano humano es: confianza, optimismo, idealismo, síntesis. Es el río de la vida que fluye, ahora, sin obstáculos.

      En esa meta esperanzada se gesta la imperiosa necesidad de un logro, la máxima forma posible, completa y esencial de la experiencia de la vida, llegando así a Capricornio. La energía llega a su punto máximo de cristalización antes de regresar al Todo.

      Es lindo darnos cuenta antes de proseguir que todo comenzó desde una explosión inicial con Aries... pero nada se creó: todo estaba contenido desde el principio dentro de esa explosión.En el ámbito de Capricornio culmina ya el desarrollo de la forma física. Máxima estructura, ascetismo, ley. Es La Ley de la causa y el efecto, del «karma». El esfuerzo de llegar hasta allí fue muy grande, se emplearon todas las fuerzas disponibles. En el plano humano es responsabilidad, trabajo, esfuerzo, rigor, logros.

      Estamos ahora en el instante energético de soltar y entregar al sistema los frutos y semillas del trabajo realizado y esto da paso a Acuario, momento de distribución de la experiencia que va a transformarse en múltiples posibilidades diferentes, libres y creadoras. Ya no hay forma, ni identidad, hay redes de vinculación generadoras de mundos y vibración. En el plano psíquico Acuario es originalidad, desapego, rebeldía, libertad, sentido grupal. Los cuerpos son sólo débiles receptáculos para la energía que vibra, nuevamente libre. Pero esta vez con plena conciencia de grupo, de interconexión, aunque está atada a la materia.

      Este momento energético se abre cada vez más hasta comenzar a diluirse en un océano de corrientes sin forma alguna. Es Piscis, momento de máxima entropía, para el ciclo comenzado en Aries. En Piscis se disuelve toda forma y toda conexión intencional o con objetivos. En lo humano es: ensoñación, confusión, compasión, imaginación, melancolía.A finales del momento pisciano, comienza a generarse una fuerza que va a pugnar por emerger de ese mar indiferenciado y nuevamente Aries (Big - Bang) iniciará otro ciclo.

      En suma, la experiencia de Aries como una individualidad explosiva e impulsiva pasa por diferentes estados hasta diluirse nuevamente en el caldo primordial que le dio forma, volcando en él todo lo aprendido a través de la forma, de la materia y sus sucesivas transformaciones. Se recomenzará un nuevo ciclo, pero en un nivel más alto, más complejo, en un movimiento “ascendente de espiral”.

      A la luz de este pequeño resumen, se puede interpretar otra visión del zodíaco y sus peldaños. De esto trata la astrología a un nivel profundo y verdadero.